Te lo digo con toda seriedad porque a mí cada vez me pone más más dificultad, ya no digamos comprender, sino, en arduo afán, tratar de entender este gobierno o mejor dicho a este jefe de Estado y de administración cuya obsesiva mendacidad abruma y cuyos magros resultados entristecen, cuando no indignan, porque ve uno el tiradero de billetes en cosas absolutamente caprichosas y por otra parte mira la incompetencia en algo tan simple como gobernar para todos en un país de todos, y del cual se ha querido apropiar –del Palacio Nacional a las Islas Marías–, con la práctica más excluyente de todas, falsa de lado a lado, de una exclusividad moral, un pretendido monopolio ético y axiológico, ya no digamos político , porque el presidente de la República, de nuestra república, se comporta como el hacendado cuya propiedad y mando imponen obligaciones y suprimen derechos, y en uno de esos campos, entre los más notorios, el de la información cotidiana, esparce semillas de veneno por todas partes desde su púlpito cotidiano, con una insistencia patológica, como vimos el pasado viernes, cuando –tras externar una dudosa solidaridad por el intento de asesinato de Ciro Gómez Leyva, a quien había denostado –en una más de sus condenas frecuentes–, como cancerígeno generador de tumores cerebrales para quienes atiendan sus informaciones—se soltó otra vez con la cantaleta de los voceros de la corrupción y exhibió de nuevo la soga en la casa del ahorcado; y en esas condiciones no es posible dialogar con alguien cuya capacidad rectificación es tan nula como su posibilidad de entendimiento cuando las cosas quedan fuera del caprichoso alcance de sus obsesiones disfrazadas de convicciones y principios, porque no es posible –por ejemplo–, hablar de honestidad cuando sabemos todos cómo fueron financiados los años y años de conducción política de un movimiento de millones y millones de pesos dedicados a la agitación y el, acarreo de simpatizantes, primero, y militantes, después, en un circo interminable cuyos resultados, una vez vuelto gobierno, están a la vista y cuyas posibilidades de continuidad son cada día más claras, porque de sus elegidos para la sucesión –dos señores y una señora, todos ellos corcholatas apenas–, no se hace uno, pues en cada cosa donde se meten sufren descolones del patrón o exhiben una escalofriante incompetencia y de eso ha varios ejemplos, el sabotaje contra Marcelo Ebrard –para abrir boca–, a quien le pide remendar las relaciones con España y al poco tiempo vuelve con la filípica contra los peninsulares por causas tan ñoñas como los excesos de la conquista hace más de medio milenio, lo cual nos prueba donde tiene su reloj esta caballero, no con el abolido horario de verano, o la cronología de Dios) sino con el horario del medioevo, o el caso de Adán Augusto, a quien. le encarga la reforma electoral, y este le entregaba cuentas mochas no por la audacia de los opositores, sino por la incontrolada rebelión de los aliados, porque todo se les ha ido al año siguiente y la bronca estalló por la incompetencia para someter a los satélites o rémoras de la chiquillada vulgar e indigna de los partidos del Trabajo y Verde, los cuales son dos enormes mentiras, porque ni trabajan ni son ecológicos, pero con esos bueyes aran, no tienen más, y no hay de otra y ya de la señora corcholata ni hablar; porque la ciudad tradicionalmente porque sus encargos políticos (de indigna aceptación para una gobernadora electa), consisten en levantar la terminal 2 aeroportuaria, semihundida en el fango junto a la Cuchilla del Tesoro, ¿cómo ves?, pero para ella esa confianza es distinción y augurio, y a estas alturas no se trata de saber quién de ellos garantizará la expectativa del Maximato preparada hasta con la Revocación del Mandato, si el elegido se brinca las trancas y desacata las instrucciones dictadas y la obediencia desde la sonora finca de Palenque.
Rafael Cardona