Una densa columna de humo blanco emergió de la chimenea instalada en la Capilla Sixtina, confirmando que los cardenales reunidos en cónclave han alcanzado el consenso necesario para elegir al nuevo papa, sucesor de Francisco.
El anuncio, ocurrido en el corazón del Vaticano, fue recibido con aplausos y oraciones por miles de fieles congregados en la Plaza de San Pedro. El humo blanco, señal tradicional del acuerdo, significa que uno de los 133 cardenales electores ha alcanzado al menos los 89 votos requeridos para convertirse en el pontífice número 267 en la historia de la Iglesia Católica.
El proceso concluyó tras jornadas de deliberación en estricto aislamiento, donde los cardenales, procedentes de 70 países, renunciaron a todo tipo de comunicación con el exterior para garantizar la pureza del proceso. El cónclave de este año ha sido uno de los más diversos, con una marcada presencia de representantes del llamado “sur global”, lo que podría influir en el perfil del nuevo papa.
En cuestión de minutos, el cardenal protodiácono anunciará al mundo el nombre del nuevo papa desde el balcón central de la Basílica de San Pedro, proclamando el tradicional “Habemus Papam”, seguido de la primera bendición del nuevo líder a los fieles y al mundo entero.
El nuevo pontífice asumirá la dirección espiritual de más de 1.400 millones de católicos alrededor del planeta, en un momento en el que la Iglesia enfrenta grandes desafíos sociales, morales y geopolíticos.