Casi inmediatamente después del sorpresivo triunfo (sobre todo para Morena) de los candidatos opositores al oficialismo en la ciudad de México cuya oferta se sumó al desencanto por los malos gobiernos de una izquierda inepta y caudillista; se formó el grupo de alcaldes conocido como “UNACDMX”, en alusión a la unificación urbana, ahora prácticamente imposible.
Y para esa imposibilidad unificadora hay dos elementos muy visibles.
El primero, la furia desmesurada del presidente de la República quien ha buscado explicaciones exculpatorias hasta por debajo de las piedras, sin lograr nada más allá del ridículo de satanizar, deturpar, insultar y mal agradecer a la clase media cuyos votos lo encumbraron hasta el elevado trono donde ahora se sienta todos los días dentro del Palacio Nacional.
El segundo, el aturdimiento de la regenta capitalina, Claudia Sheinbaum, quien no solo no comprende cómo actuar en medio de opositores, a quienes hasta ahora ni ha saludado, buscado o citado, ni siquiera como una cortesía, sin el cómodo colchón protector el presidente, mientras el propio jefe del Ejecutivo la desplaza de las cosas importantes como el futuro del Sistema de Transporte Colectivo, y se entiende personalmente con Carlos Slim para atender la reparación de la línea doce.
Así pues, el afán, propósito, apariencia unificadora de UNA, resulta imposible. En verdad –y esa debería ser su abierta intención–, se trata de un bloque opositor. Sin esa vocación y más aún, sin esa voluntad, no servirá de nada haberlo creado y mucho me temo: tampoco habrá servido de mucho haber ganado las alcaldías del poniente capitalino, solo para verlas sucumbir ante los sabotajes presupuestarios –y de los otros–, en preparación.
Los alcaldes tendrán una batalla diaria por los dineros. Y los principales problemas –agua, drenaje, inseguridad, infraestructura precaria, insuficiencia laboral, etc– no van a encontrar solución es por el camino de la colaboración.
Así como en el poder legislativo Morena hace siempre valer su mayoría por medio de la aplanadora inclemente, en la administración local van a imponer sus condiciones, sus controles, su burocracia, sus zancadillas y sus pretextos para ensuciar y entorpece el trabajo de los opositores mientras inyectan dinero y más dinero en colonias, barrios y pueblos, para comprar la voluntad de los votantes.
Esa es toda su sabiduría, además de una ausencia total de escrúpulos, como quedó demostrado con el encarcelamiento de Alejandra Barrios, quien resultó ser delincuente de un año para
acá, conducta ajena a su probidad señalada, cuando era solidaria con los empeños de Morena.
La venganza de Dolores Padierna llegó asociada a su propuesta y petición. La primera por el resultado electoral. La segunda, por la reclamación de nulidad de la elección perdida.
Si la oposición no actúa como tal y se rehúsa desde ahora a los acuerdos cuya culminación sólo afirma y confirma al gobierno, de poco valdrán los esfuerzos anteriores.
Deberían recordar al gran Anastas Mikoyan; el canciller soviético famoso en el mundo por decir siempre, “Niet, tiovarich, niet”.
No y no, compañero.
SUICIDIO
No existe un premio al “Suicidio del Año”. Y si lo hubiera, el ganador no podría acudir a recibirlo.
Pero en esa imaginativa competencia, indudablemente el ganador sería Silvano Aureoles, cuyas denuncias sobre el arribo del narco gobierno a Michoacán, y las acusaciones de la corrupción narco política de Morena ya fueron un tiro en el pie, ahora se ha “autosuicidaddo”. Con esa grotesca protesta en el Zócalo en espera de una imposible cita con el presidente López Obrador, a quien se le pueden enseñar muchas cosas, menos cómo hacer plantones, marchas y reclamaciones públicas.
Por eso camino Silvano no va a abrir la puerta del Palacio Nacional. Va a abrir otras.
–¿Le digo cuáles?
Las de la fiscalía general de la República y la de la Unidad de Inteligencia Financiera.
¡Ay!, Silvano, pareces nuevo. Como si no lo conocieras.