El Papa Francisco advirtió hoy que los clérigos, obispos y sacerdotes deben representar una Iglesia de servicio a los demás sin tener “dobles vidas” o tomar actitudes “negociantes” apegadas al dinero.
Francisco hizo esta reflexión durante la homilía de su misa matutina, celebrada en la capilla de la residencia vaticana Casa Santa Marta y mientras salen a la luz cuestionados manejos en las finanzas de la Santa Sede producto del escándalo “vatileaks 2”.
En su sermón, el líder católico habló de la figura de San Pablo quien, dijo, “anunciaba a Jesucristo”, “nunca se detenía para conseguir un puesto ventajoso, una autoridad, para ser servido” y terminó sus días “traicionado por alguno de los suyos”.
Señaló luego a otro tipo de siervo, aquel que actúa con sagacidad para permanecer en su puesto.
En la Iglesia están estos, que en vez de servir, de pensar en los demás, de poner las bases, se sirven de la Iglesia: los trepadores, que están apegados al dinero. Y cuántos sacerdotes y obispos hemos visto que son así. Es triste decirlo ¿no?”, dijo, hablando en italiano.
Precisó que Jesús llama a “la radicalidad del evangelio”, a servir sin detenerse, a ir adelante, olvidándose de uno mismo.
También criticó la “comodidad del estatus” de aquel que vive cómodamente pero sin honestidad, como los fariseos de los que hablaba Jesús quienes se paseaban en las plazas dejándose ver por los demás.
Pidió que la Iglesia “no esté quieta nunca” y vaya adelante para mostrar el camino, sin caer en la tibieza o cerrándose en sí misma, con actitud “negociante”, que “se sirve de los demás”.
“El señor nos dé ese punto de honor de ir siempre adelante, renunciando a la propia comodidad, y que nos salve de estas tentaciones que en el fondo son tentaciones de una doble vida: me hago ver como ministro, es decir como el que sirve, pero en el fondo me sirvo de los demás”, ponderó.
En los últimos días el Vaticano se ha visto sacudido por la filtración de decenas de documentos confidenciales que reflejaron los excesos de algunos funcionarios de la Curia Romana, con desvíos de recursos de obras de caridad a la normal administración pontificia o a la refacción de lujosas residencias cardenalicias.
Fuente: Excélsior