Colaboración de Juan María Naveja
Seguramente Donald Trump no será el próximo presidente de Estados Unidos, es más, ni siquiera el candidato del Partido Republicano; llegará el momento de las verdades y de las confrontaciones y entonces se sabrá, entre otras cosas, que es uno de los estadounidenses que más ha contratado hispanos para sus empresas, por una razón muy sencilla: está en la industria de los servicios donde la mayoría de los cocineros, empleadas de limpieza y/o meseros son latinos; es más, los hoteles, entre ellos los de Trump, los construyen los hispanos, sobre todo los mexicanos, documentados e indocumentados.
En busca de la candidatura republicana, Trump sólo ha seguido un guión trazado por sus estrategas: necesitaba un tema de campaña y eligió a los inmigrantes y de ellos a los mexicanos, porque sabe de los grupos que ven a los indocumentados como problema de seguridad nacional.
Por ahora, Trump encabeza las preferencias entre los republicanos, por el posicionamiento que ya tiene y porque ha penetrado su campaña, pero las cosas cambiarán a partir de hoy que comienzan los debates, después vendrán “los trapos al sol” y embates durísimos que desnudarán a los aspirantes, de los que no creo que Trump salga limpio.
Los republicanos creen que pueden recuperar la Casa Blanca, tanto así que son 17 los aspirantes, lo que ha sido un problema para el debate de este jueves: la cadena Fox debió dividirlos, primero, los siete con menos simpatía, y en el estelar los 10 más aceptados, con Trump en el centro y Bush y Walker a los lados.
Para los republicanos, el problema se llama Hillary Clinton, y si la ex primera dama no llegase, entonces el vicepresidente Joe Biden, quien el fin de semana ya asomó la cara.
Trump necesita permanentemente de reflectores, así va de divorcios escandalosos a los proyectos de relumbrón; igual preside Miss Universo, que conduce un reality.
Para hacer un parangón, es como Jorge Vergara: Trump se ha hecho millonario con dinero prestado, desde que egresó de la Escuela de Negocios Wharton ha hecho negocios de saliva, es un mago de la mercadotecnia, huele las oportunidades y las sigue hasta el final, un ejemplo es su compra de la mansión Albemarle en Charlottesville, Virginia: valuada en 100 millones de dólares en el 2010, la compró por 6.7 millones. Hace unas semanas la abrió al público como la Trump Albemarle Estate, un bed and breakfast donde la habitación más barata se renta en 399 dólares diarios.
Trump ha despertado la ira e indignación en la comunidad hispana de Estados Unidos, en México no se diga; todo eso lo tiene sin cuidado, él sabe que aun perdiendo, ya ganó: lo suyo, lo suyo es la publicidad, buena y mala. Una campaña como la que ha hecho le hubiera costado una fortuna; como aspirante se la habrá ahorrado al término de la contienda.
Al margen
¿En serio no se dan cuenta en Los Pinos lo pobre que resulta que el presidente de México nos quiera consolar diciendo que otras economías están peor? Eso ni Fox lo diría.