Un grupo de mexicanos de entre 25 y 29 años cuenta cómo perciben el clima electoral y el sistema político de su país
Carteles electorales que huelen a rancio, lenguaje de otra época, promesas vacías. Así perciben la mayoría de jóvenes mexicanos la política de su país. Oyen hablar de las elecciones intermedias del 7 de junio y, como si se tratara de un reflejo involuntario, ponen los ojos en blanco. Existe entre ellos la convicción de que las cosas tienen que cambiar, el remordimiento de no hacer lo suficiente, de estar perdidos. Una palabra se repite: desconexión.
María Valdez, arquitecta de 25 años, lamenta que los partidos políticos y los jóvenes sean dos ideas excluyentes: «Si en algún punto se unen es por la existencia de un conflicto». «Somos una parte incómoda de la sociedad, cuando levantamos un poco la voz tratan de ignorar que estamos ahí. No nos tienen en sus planes, ni siquiera discursivos, mucho menos legislativos», apunta segura Melisa Sandoval, licenciada en comunicación y de la misma edad que Valdez.
El coordinador del seminario de Investigación en Juventud de la Universidad Autónoma de México (UNAM), José Antonio Pérez Islas explica que los partidos se han quedado anticuados y observan a los jóvenes solo desde un punto de vista utilitario, como mano de obra «barata». Y va más allá: «Los han abandonado, ninguno tiene una propuesta juvenil real, solo hablan de educación, deporte y drogas. No se han planteado qué necesitan realmente».
Pese al descontento generalizado, el 80% de los jóvenes mexicanos cree que que es conveniente participar en unas elecciones, según las cifras de la última Encuesta Nacional de Juventud (2010). Sin embargo, Pérez Islas, que ha coordinado también estudios de este tipo, explica que la abstención es muy alta entre la población de entre 25 y 29 años (alrededor de un 70%). No ocurre lo mismo con todos los rangos de edad. Los que tienen la opción de votar por primera vez, o de las primeras veces, lo hacen en su mayoría. El problema, según señala Pérez, es que a partir de los 20 años la participación cae en picado.
En un país en el que hay más de 36 millones de personas entre 12 y 29 años, un 30% —una cifra muy superior a la mayoría de países de la OCDE— sorprende que las propuestas juveniles escaseen en los programas electorales. Según la mayoría de los entrevistados (15 jóvenes), los partidos políticos no han sabido cómo gestionar sus preocupaciones diarias.
Una de ellas es la vivienda, en México un 40% de los que tienen entre 20 y 29 años todavía vive con sus padres. Otra más importante es el empleo. En 2012, Corea y México presentaron tasas de desempleo más altas entre los adultos con educación superior de todos los países de la OCDE y con una diferencia todavía más marcada entre los adultos jóvenes (de 25 a 34 años): el 6,7% de los graduados de educación superior y el 4,5% de los jóvenes adultos con educación por debajo de la enseñanza media superior están desempleados.
Adriana Ortega, de 26 años y licenciada en Relaciones Internacionales, no pudo soportar ver el cartel electoral de un candidato del PRI-Partido Verde en su delegación (Benito Juárez, Distrito Federal). «Xiuh Tenorio tuvo la idea de hacer un eslogan pidiendo que enviáramos el currículum. Y sí, vale. Tenemos un problema de desempleo, pero que no nos tomen por tontos». Otro de ellos, Luis Pacheco, periodista de 25 años, les echa un capote a los políticos: «Pese a todo, vemos que las campañas se acercan a la calle y se esfuerzan por convencer a los ciudadanos. Las cosas han cambiado mucho desde el año 2000, ahora saben que el voto del ciudadano pesa».
José Antonio Pérez Islas reconoce que la reforma de la educación, llevada a cabo por el Gobierno de Peña Nieto en 2012 —que, entre otras cosas ofrece acceso universal y gratuito hasta bachiller o preparatoria a nivel nacional— fue un paso importante. Aunque matiza: «El problema es que a nadie se le ha ocurrido plantearse qué tipo de escuela necesitan, si se debería mantener el mismo sistema educativo, los contenidos, unos salones de clases que parecen del siglo XIX, profesores que piensan que poseen el conocimiento total». Y, resume: «El tema de la educación se trata desde una perspectiva antigua».
En la televisión, en las calles, se ven candidatos jóvenes. Pero tampoco convencen. «Hasta ellos hablan y actúan con cabeza de adulto. Cuando toman el poder dejan de lado el tema juvenil, se vuelven unos burócratas», asegura Pérez Islas. Luis Pacheco explica que el problema ha sido la comunicación: «No han sabido explicarnos cómo nos pueden beneficiar sus medidas». Hasta los partidos que acaban de nacer, los han dejado de lado, según el pofesor, y pone el ejemplo de Morena.
Las encuestas que publica el diario El Financiero, y realizadas por la agencia Parametría, señalan que los universitarios se decantan más por el conservador Partido Acción Nacional, mientras que los de menos escolaridad prefieren al Partido Revolucionario Institucional (el que actualmente gobierna el país). «Una parte importante de universitarios han apoyado siempre a la derecha porque al final son una élite los que tienen acceso a la educación superior», asegura Pérez Islas.
La mayoría ve las elecciones como un espectáculo que ocurre ajeno a ellos. Con otros espectadores. Pero se sienten responsables. «Hay inquietudes desorganizadas, nos hace falta canalizar la voluntad de arreglar las cosas en algo que de verdad genere cambio», sentencia Valdez.
Casi todos aseguran que irán a votar. Pero a dos semanas de la fecha electoral, confiesan no saber a quién. Desilusionados, arrojarán su papeleta dentro de la urna, con la esperanza de que algún día se les devuelva el favor.
Fuente: El País