Gabriel Casillas* | Perspectiva Global.
Por el título, el lector podría pensar que se trata de una columna sobre aspectos religiosos de nuestro país. Quiero aclarar que no es el caso. Hoy quiero comentar sobre la estadística de los nombres propios o “de pila” más populares en México. Si bien podríamos pensar que el INEGI –quien ha publicado una gran cantidad de estadísticas sobre México, incluyendo los nombres que más frecuentemente detentan las calles de nuestro país-, ha publicado algún estudio sobre los nombres propios de la población, quiero destacar que no existe tal. Lo bueno es que no existe más este vacío estadístico.
Hace algunas semanas, Jesús Cervantes, experimentado economista del Centro de Estudios Monetarios Latinoamericanos (CEMLA), quien tuvo una carrera muy exitosa en el Banco de México al frente de la elaboración de las estadísticas de actividad económica de nuestro país, publicó un documento titulado “Los nombres propios de los remitentes de remesas a México y de los receptores de ese ingreso”. Cabe señalar que este estudio forma parte de una investigación muy amplia sobre la migración femenina y el ingreso de México por remesas, auspiciado por el CEMLA, en conjunción con Banorte y el Fondo Multilateral de Inversiones (Fomin) del Banco Inter-Americano de Desarrollo (BID).
Claramente el objetivo del estudio no era elaborar estadísticas sobre los nombres propios de México, pero fue un “producto secundario” que emergió de la investigación que estuvieron llevando a cabo. En este sentido, el primer paso que tuvo que seguir Don Jesús para llevar a cabo su investigación a partir de las bases de datos de remesas familiares de Banorte –cuya participación de mercado asciende a 10 por ciento del total de remesas-, fue identificar el género de los remitentes y de los receptores de remesas. Cabe señalar que no son datos de un censo ni de una muestra totalmente aleatoria de la población (debido a que tenían que ser hombres o mujeres que enviaran o recibieran remesas de EU o Canadá). No obstante lo anterior, la magnitud de la base de datos y la similitud encontrada con la base de datos de nombres propios del padrón electoral del Instituto Nacional Electoral (INE), considero que es una buena aproximación a la población total de nuestro país. En este sentido, se identificó el genero de los remitentes y receptores de 2.9 millones de remesas provenientes de EU y Canadá durante 2013.
Los nombres de mujer que aparecieron con más frecuencia en la muestra de receptores de remesas fueron: (1) María, con 21.5 por ciento. Cabe señalar que de “María”, al segundo lugar la frecuencia baja significativamente; (2) Rosa, con 1.9 por ciento; (3) Juana, 1.8 por ciento; (4) Ana, 1.8 por ciento; (5) Martha, 1.4 por ciento; (6) Margarita, 1.2 por ciento; (7) Guadalupe, 1.2 por ciento; (8) Teresa, 0.8 por ciento; (9) Josefina; y (10) Silvia, ambas con 0.8 por ciento. Si generalizamos la muestra a la población, la probabilidad (acumulada) de que nos encontremos a alguna mujer y que responda a cualquiera de estos diez nombres es de 33 por ciento. Asimismo, tomando en cuenta el último censo de población del INEGI, en donde la población total de mujeres en México ascendió a 57 millones en 2010, entonces debería de haber alrededor de 12.2 millones de mujeres que se llamen María y cerca de medio millón que se llamen Teresa –incluyendo a mi esposa-, por ejemplo.
Haciendo el mismo ejercicio, pero con los hombres que recibieron remesas, los nombres que aparecieron más veces fueron: (1) José, con 9.3 por ciento; seguido por (2) Juan, con 4.9 por ciento; (3) Jesús, con 2.3 por ciento; (4) Luis, 2.2 por ciento; (5) Francisco, 2.2 ciento; (6) Miguel, 1.8 por ciento; (7) Jorge, 1.6 por ciento; (8) Manuel, 1.5 por ciento; (9) Carlos, 1.5 por ciento; y (10) Antonio, también con 1.5 por ciento de los nombres de la muestra. Por lo que generalizando con la población total de hombres en México, 55 millones, entonces podemos estimar que deberían de existir 5.1 millones de hombres que responden al nombre de José, 2.7 millones de Juanes (y no me refiero al cantante colombiano) y poco más de un millón de Migueles, junto con mi padrino, mi compadre y mi ahijado, por ejemplo.
Como dato interesante, el documento de investigación de Don Jesús –uno de los casi 1.3 millones de mexicanos que podríamos estimar que se llaman así-, destaca que María y José no sólo son los nombres que más gente ha preferido ponerle a sus hijos e hijas en nuestro país la actualidad, sino que han sido los nombres más populares en México desde el siglo XVI. En este sentido, menciona al profesor norteamericano Peter Boyd-Bowman, que en 1970 publicó el resultado de una investigación sobre los nombres que más aparecían entre los mexicanos y mexicanas desde 1540 hasta 1950, utilizando los registros de bautismo del Sagrario Metropolitano de la Catedral de México. En este documento se dice que María ha sido el nombre predominante de las mujeres en México de 1540 hasta 1950 y que si bien Juan fue el más utilizado por más de cien años a partir de 1540 –el inicio de la muestra-, en 1660 José tomó la delantera a lo largo del resto de la muestra (“Los nombres de pila en México desde 1540 hasta 1950”, Nueva Revista de Filología Hispánica, T. 19, No.1 (1970), pp. 12-48). Entonces, podemos concluir que México es el país de María y José.
Twitter: @G_Casillas
*Economista en Jefe. Grupo Financiero Banorte. Las opiniones que se expresan en el artículo no necesariamente coinciden con las del Grupo Financiero Banorte, por lo que son responsabilidad absoluta del autor.