Posiblemente haya sido cierto (o necesario o conveniente) en el lejano 25 de julio de 1937.
Quizá en los tiempos cardenistas de la post revolución el país necesitaba una voz unificadora (o una propaganda radiofónica, para una nación –como ahora–, llena de analfabetos), y por eso se justificaba “La hora nacional”, creada por el desaparecido Departamento Autónomo de Prensa y Propaganda presidencial.
No utilizaba la prensa (excepto como sinécdoque), pero sí la propaganda, como sucede en nuestros días, como si no fuera suficiente la saturación machacona de “La mañanera”, ese falso recurso informativo cotidiano cuya naturaleza es insidiosa y manipuladora.
Hoy no tiene ningún sentido. Tampoco calidad, pero bajo la premisa de no dejar ni un resquicio vacío, ni el mínimo espacio sin ocupar, el gobierno usa la voz de la imaginaria unificación para imponer el murmullo de la manipulación.
Las emisiones de “la hora nacional” –sin embargo– cumplen una función unificadora: en cuanto comienza la transmisión muchos apagan la radio.
Si las leyes electorales se cumplieran, el gobierno debería suspender durante todo este período esas emisiones. Y si hubiera sentido común y noción de modernidad, cancelarlas de por vida.
Durante el periodo presidencial de Miguel de la Madrid, como Director de Información de la Coordinación de Comunicación Social de la Presidencia, yo mismo lo propuse en reuniones celebradas en la Secretaría de Gobernación, especialmente en la junta directiva del Instituto Mexicano de la Radio.
Como la realidad prueba, nadie me hizo caso. El entonces subsecretario Fernando Pérez Correa (el sectetario era Manuel Bartlett) me paró en seco. Ese no es un tema para analizar. “La Hora Nacional” es una institución permanente. En Los Pinos me reprendieron por metiche.
Hoy la Cámara Nacional de la Industria de la Radiodifusión (cirt), se enfrenta de nuevo al problema de transmitir un abundante compendio de violaciones a las leyes electorales cuyo cumplimiento el INE le exige escrupulosamente.
Los diarios dieron cuenta de esta inconformidad. Veamos:
“(R).- En una queja presentada ante la Unidad Técnica de lo Contencioso Electoral advirtieron que los conductores del programa, hecho por la Secretaría de Gobernación, presentaron noticias sobre Sheinbaum, lo cual ha sido reproducido por las estaciones de radio de todo el País.
«Lo que hicieron con La Hora Nacional es burda propaganda para posicionar a su candidata a la Presidencia, pretendiendo hacer pasar las intervenciones de los conductores Javier Ramírez Gómez y Leonora Millán como notas informativas u opiniones, pero en la realidad constituye una cesión de tiempos en radio y televisión para la transmisión de propaganda electoral, al pretender deslindar a Sheinbaum de conductas negativas y posicionar su imagen positivamente», indicó (Federico) Döring, coordinador de los diputados locales en la CDMX…
“…Luis Alberto Mendoza, diputado federal con licencia y quien presidía la Comisión de Radio y Televisión, aseguró que los programas pueden ser considerados como actos anticipados de campaña, por el momento en que se transmitieron.
«Los conductores actuaron dolosamente simulando presentar una nota informativa u opiniones periodísticas, pero en realidad su propósito fue indultar o condonar ante la opinión pública, la imagen de Claudia Sheinbaun…”
Pero más allá del uso electoral de este espacio radiofónico su sóla existencia es un viaje al siglo pasado, como sucede con otra antigualla de la secretaría de Gobernación: la comisión calificadora de publicaciones (a título honorario fui parte de ella en el gobierno anterior) cuya inutilidad es absoluta y anacrónica.
En los tiempos digitales, todavía repartimos el “IMPRIMATUR”
VERACRUZ
José «Pepe» Yunes –cuya campaña es una batalla contra Rocío Nahle y Cuitláhuac Garcia simultáneamente–, estuvo el sábado en el Organismo Público Local Electoral, en Xalapa, para registrarse como candidato de la coalición «Fuerza y Corazón por Veracruz» al gobierno del estado. Arropado por dirigentes partidistas y simpatizantes (R), afirmó que en Veracruz «soplan vientos de cambio y pronto recuperará su grandeza y brillo».
Rafael Cardona