Una manifestación de la extrema derecha estadounidense terminó en violencia, provocando la muerte de una mujer y dejando decenas de heridos este 12 de agosto en Charlottesville (Virginia).
Una de las víctimas fue una mujer de 32 años, que murió cuando un automóvil embistió -intencionalmente según testigos- a una multitud de manifestantes que se oponían a una marcha de la derecha radical estadounidense, integrada por neo-nazis, supremacistas blancos, Ku Klux Klan (KKK) y la derecha alternativa o Alt Right, parte de la cual apoyó a Trump en la elección presidencial.
Además se produjeron otras dos víctimas fatales luego de que un helicóptero cayera en un área vecina a Charlottesville, muriendo el teniente H. Jay Cullen y el piloto Berke M.M. Bates, que asistían en las operaciones, en un accidente cuyas causas se investigan, informaron las autoridades.
En un video publicado en redes sociales, se ve cómo un coche oscuro golpea violentamente a otro vehículo por detrás y luego retrocede velozmente en medio de los manifestantes.
El chofer del vehículo fue arrestado, y el caso es considerado como «homicidio criminal», según el jefe de policía, Al Thomas.
Según la cadena CNN, el sospechoso, James Alex Fields Jr, de 20 años, oriundo de Ohio, fue acusado de muerte, heridas y delito de fuga.
La madre del sospechoso, Samantha Bloom, dijo a un medio de Ohio que sabía que su hijo planeaba ir al evento, pero no estaba al tanto de sus posiciones extremistas, y le había aconsejado que «actuara pacíficamente».
Hacia el final de la tarde, al menos 35 personas habían sido atendidas por heridas graves o leves, informó Thomas.
El Fiscal general Jeff Sessions dijo que tales «hechos de intolerancia racial y odio» traicionan valores fundamentales y «no pueden ser tolerados».
El FBI anunció el inicio de una investigación de derechos civiles sobre el caso. «El FBI examinará todos los hechos y evidencias disponibles», señala la policía federal en un comunicado.
El presidente Donald Trump expresó en Twitter sus «profundas condolencias a los familiares y a los colegas oficiales del policía del Estado de VA que murió hoy».
Después, Trump mandó sus condolencias a la familia de la joven que murió y «mis mejores deseos para todos quienes resultaron heridos, en Charlottesville, Virginia. Es muy triste.»
La negativa de Trump a criticar a grupos de la ultra-derecha provocó la molestia de varios sectores, incluso por parte de miembros del Partido Republicano.
El veterano senador Orrin Hatch de Utah, twiteó «Debemos llamar al diablo por su nombre. Mi hermano no dio su vida luchando contra Hitler por sus ideas nazis para que sean aceptadas aquí en casa».
El senador Ted Cruz llamó a investigar el hecho como un «acto de terrorismo doméstico».
Sin embargo, la hija mayor del mandatario, Ivanka, fue quien a través de una serie de tuits, sacó la casta por la familia.
Apenas este domingo, la Casa Blanca informó que Trump sí condenó los hechos y que incluía a los «supremacistas blancos».
«El presidente dijo de la forma más enérgica en sus declaraciones de ayer (sábado) que condena todas las formas de violencia, fanatismo y odio», señaló en un comunicado un portavoz del Ejecutivo.
«Esto incluye evidentemente a supremacistas blancos, neonazis, el Ku Klux Klan y todo tipo de grupos extremistas», subrayó. «Hizo un llamamiento a la unidad nacional».
Centenares de personas se dieron cita en Charlottesville ya sea para participar o protestar contra la «Marcha de la Derecha Unida», lo que provocó que de inmediato comenzaran los disturbios, pese a que guardias de seguridad estaban en el lugar para evitar cualquier incidente.
Muchos de los participantes llevaban banderas Confederadas, consideradas símbolo de racismo por muchos estadounidenses, mientras que otros levantaban sus brazos haciendo el saludo nazi.
Los manifestantes anti-racistas blandían banderas del movimiento Black Lives Matter (Las vidas negras importan), cantando slógans contra el racismo:»No Nazis, no KKK, no fascist USA.»
«Marchábamos por la calle cuando un automóvil, una berlina negra o gris, se nos lanzó encima, golpeó a todo el mundo. Luego retrocedió y nos volvió a embestir», relató a la AFP un testigo.
El gobernador de Virginia Terry McAuliffe había declarado estado de emergencia, exhortando a no concurrir a la protesta y la policía había prohibido la manifestación.
En medio de nubes de gas lacrimógeno, los enfrentamientos a golpes entre manifestantes de la derecha radical y contra-manifestantes se multiplicaban aún antes de comenzar la movilización, con riñas, arrojándose proyectiles e intercambiando golpes con palos, según una periodista de la AFP en el lugar.
El clima sumaba tensión porque los manifestantes portaban armas a la vista, algo que está permitido por la ley en Virginia.
Los grupos de la derecha radical querían denunciar y oponerse en forma unitaria al proyecto de Charlottesville de retirar de un espacio municipal la estatua del general confederado Robert E. Lee, quien luchó a favor de la esclavitud durante la Guerra Civil estadounidense.
Más tarde en conferencia de prensa, el gobernador McAuliffe envió «un mensaje a todos los supremacistas blancos y a los nazis que vinieron hoy a Charlottesville. Nuestro mensaje es simple y claro. Vuelvan a sus casas. Ustedes no son bienvenidos en esta bella comunidad».
Tras las duras críticas hacia el presidente Trump, por emitir condolencias en Twitter, el mandatario estadounidense ofreció una conferencia de prensa improvisada desde su lugar de vacaciones en Bedminster y condenó «en los términos más firmes posibles esta exhibición atroz de odio, fanatismo y violencia procedente de varios lados».
«El odio y la división deben detenerse ahora», agregó. «Tenemos que unirnos como estadounidenses con amor a nuestra nación».
Sus declaraciones se produjeron minutos después de que el alcalde de Charlottesville (Virginia), Mike Signer, confirmara la muerte de la mujer embestida por el atacante. «Tengo el corazón destrozado por que se haya perdido una vida aquí», escribió en Twitter.
El 8 de julio, algunas decenas de miembros del Ku Klux Klan ya se habían reunido en este tranquilo y pintoresco pueblo, muy superados en número por los manifestantes anti-racistas.
Esta vez, la derecha nacionalista esperaba atraer a más seguidores, gracias a la presencia de varios integrantes del movimiento Alt-Right (Derecha alternativa), que apoyó a Donald Trump durante su campaña.