Colaboración de Juan María Naveja
Las autoridades no han puesto en marcha una medida eficiente para bajar los altos niveles de contaminación.
Cuanto funcionario público vinculado con la lucha contra la contaminación hace declaraciones se refugia en la nueva norma que emitirá la Semarnat para la verificación vehicular, que entrará en vigor después del 30 de junio que, se adelanta, será más estricta.
De nuevo, la salida fácil: castigar al ciudadano como método es más fácil que negociar, que hacer cumplir la ley, que hacer la tarea que implica desgaste.
Decir que el jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera, no asume sus responsabilidades ya se convirtió en lugar común, igual los gobernadores de los estados vecinos no tienen la menor intención de poner en marcha el programa hoy no circula.
El colmo de la irresponsabilidad ha sido escuchar a Mancera pedirle más dinero al gobierno federal y al mismo tiempo buscar el aplauso dejando de cobrar a los usuarios del transporte público.
A pesar de que en lo que va de la contingencia los niveles no han bajado, la estéril Comisión Ambiental de la Megalópolis hasta hoy no ha puesto en marcha una acción diferente.
Los ciudadanos no son irresponsables ni inconscientes, tienen claro el impacto de la polución; más aún, son solidarios, pero también tienen responsabilidades, como conservar el empleo, sentirse más seguros, buscar tiempo de calidad para la familia, todas esas situaciones que se modifican cuando deben parar el auto de modelo reciente que con muchos esfuerzos compraron para poder circular todos los días.
Va de nuevo, la Ciudad de México registra altos niveles de contaminación en esta época del año por situaciones geográficas, en los últimos 30 o 40 años hemos escuchado toda clase de ideas, desde los ventiladores gigantes hasta dinamitar cerros para hacer circular el aire.
Las siguientes medidas no son nuevas, pero tampoco se han experimentado:
1. Poner en marcha un programa para el Valle de México y las ciudades que ya registran problemas ambientales.
2. Fijar tasas impositivas más altas. Nueva York, Londres o París no son baratas.
3. En contraste, promover políticas para atraer inversiones, empleo y servicios, pero en serio, desde libertades sindicales hasta incentivos para la compra de terrenos y bajos impuestos.
4. Eliminar subsidios.
5. Promover medidas novedosas como que una vez a la semana el trabajador haga sus tareas en casa, horarios escalonados, acabar con las dos horas para comer.
6. Mejorar la vialidad: carriles confinados para los que viajen más de dos personas, sancionar y retirar vehículos estacionados en lugares prohibidos, sobre todo en vías primarias, transporte escolar y de trabajadores obligatorio, transporte de carga nocturno, construir centrales de abasto en los cuatro puntos cardinales.
7. Dar entrada a nuevas alternativas de transporte público, llámese como se llame.
8. Modernizar TODO el parque vehicular del transporte público, en particular camiones y minibuses. Desaparecer las peseras.
9. Limitar los permisos para la construcción o remodelación de edificios en zonas altamente pobladas.
10. Y, sobre todo, abatir la corrupción, en centros de verificación, oficinas públicas, inspectores, para otorgar permisos de construcción, estacionamiento, etcétera.