Más acción y menos rezos. Así resumo la lectura de la cartilla que hizo el Papa Francisco a los obispos mexicanos.
El jefe de la Iglesia Católica puso el dedo en las llagas que minan la salud del clero nacional. En todas, menos en una.
El Papa demandó a la jerarquía episcopal dejar los golpes de pecho y despertar la conciencia anestesiada para condenar al crimen sin tibieza. Marcó “línea” ineludible para quienes están obligados a rendir cuentas ante la Santa Sede.
Unidad y humildad para zanjar diferencias, les exigió.
“Si tienen que pelearse, peléense (…) como hombres de Dios, a la cara. Después recen (…) y si se pasaron de la raya pídanse perdón, pero mantengan la unidad del cuerpo episcopal…”
“México no necesita “príncipes” sino obispos servidores. No se dejen corromper por el materialismo trivial ni por ilusiones seductoras de acuerdos bajo la mesa. No tengan miedo a la transparencia; la Iglesia no necesita la oscuridad de las intrigas…”
Francisco hizo hincapié en el narcotráfico como metástasis devoradora; violencia que devasta y disgrega. Exhortó a los pastores de la Iglesia al compromiso social donde no caben intereses y acuerdos secretos con los modernos “faraones” “que tienen las manos ensangrentadas y los bolsillos repletos de dinero sórdido”.
La corrupción y complicidad de la Iglesia con el narcotráfico no es nueva. Desde jerarcas religiosos hasta párrocos de los lugares recónditos del país han sucumbido ante la demencial influencia delincuencial. La piedad clerical para las ovejas descarriadas dispuestas a generosas limosnas para comprar el silencio cómplice de la Iglesia no es un secreto de confesión.
Si alguien debe dar forma y hacer patentes las palabras del sucesor de Pedro, son los líderes de la Iglesia Católica mexicana que hasta hoy se comportan como una aristocracia encerrada en una burbuja de confort y privilegios.
¿La dureza del mensaje papal es del tamaño de la responsabilidad que tienen los obispos con los fieles cristianos o es del tamaño de la decepción de Francisco?
Le decía al principio: el mensaje papal a los obispos mexicanos fue rudo, sí, pero incompleto. De la protección clerical a sacerdotes torcidos en la pederastia, ni una condena para los pecadores, menos un poco de aliento para las víctimas.
EL MONJE IDEALISTA: El Papa Francisco llama a hacer de México una tierra de oportunidades, donde no haya necesidad de migración, explotación, oportunismo, ni lugar para los “traficantes de la muerte”. Palabras de domingo.