Castro fue figura imponente. Será un condenado demonio recordado con odio, rencor… también admirado soldado, último gran protagonista de la Guerra Fría, ícono de la segunda mital del Siglo XX; el más longevo estadista del Tercer Mundo; histórico, plantando cara comunista, desafiante, resistente al vecino distante… imperial y amenazante.
El comandante Fidel fue gigante; excepcional, complejo y aplastante. A nadie le fue indiferente.
Conspirador, testarudo, y maestro en la estrategia que veía en las derrotas victorias disfrazadas.
Padre protector, severo, soberbio y mesiánico; ambicioso, audaz, voluntarista, valiente, autoritario implacable, dictador que confiscó libertades y propiedades; sometió a la población a penurias sin paralelo… sin margen de disenso.
A los logros del régimen castrista en educación, salud, combate a la desnutrición y hasta el deporte, debe contraponerse la oscuridad del totalitarismo, la persecución de disidentes, creadores y homosexuales; la represión de cualquier manifestación contraria al Partido Comunista, y la cancelación de cualquier posible democracia en la isla.
El “compañero” Fidel Castro polariza, por haber traicionado los ideales democráticos; desata pasiones de guerra entre devotos de una revolución congelada en utopía envejecida, y aquellos exorcistas del demonio encarnado en el dictador de barbas y uniforme militar.
Aún en la última década, dizque retirado por las dolencias de la ancianidad, el Comandante fue guía ideológico; presencia permanente.
Héroe y villano, líder y tirano.
Fidel no fue unidimensional; no se le puede pintar en blanco y negro, sin matices, que quitó a un dictador para apropiarse el poder. Aquel 1 de enero de 1959, Estados Unidos perdió un cómplice para ganar una de sus peores pesadillas; Cuba, laboratorio y santuario de la izquierda insurgente.
Jesús Silva Herzog Márquez escribe: “los cubanos no podrán escuchar de Castro más que alabanzas. En el periódico único volverán a leer los cuentos que saben desde niños. El heroísmo infinito, la epopeya de la sierra, la resistencia frente al imperialismo, las conquistas de la Revolución. Tal vez aparezca alguna referencia a sus críticos, pero en los medios oficiales recibirán el trato de siempre. Quienes dudan de las hazañas, quienes hablan de sus costos, quienes denuncian la tiranía no son personas: son gusanos. Animales blandos y repugnantes que se enroscan bajo tierra alimentándose de los despojos. Imposible ser humano y ser contrarrevolucionario”.
Fracasaron, sí, quienes intentaron construir en Cuba la sociedad perfecta. Fracasaron también quienes buscaron 638 veces acabar con él.
Miles de voces antípodas desbordan medios y redes sociales; solo confirman al muerto inmortal.
Un grande a quien sus acólitos le prohibieron pensar en pequeño.
EL MONJE LECTOR: “Fidel no accederá al cielo de los héroes, de las leyendas que desde la paz del sepulcro se hicieron íconos. Los muertos no se equivocan. A Fidel Castro lo absuelve y lo condena cada uno, cada quien, cada cual”, sentencia el Premio Nobel Mario Vargas Llosa. ¿De veras, con Fidel, termina de morir el Siglo XX?
1 comentario
Pepe que hubiera pasado si Fidel deja el poder…acaso no la CIA estaba al acecho…fue dictador si asi se quiere ver pero no tarugo