Thomas Staggs, el ejecutivo número dos de Disney, se encuentra bajo un intenso escrutinio como el próximo en la línea sucesoria en la dirección de la empresa. La pregunta es, ¿puede ocupar el puesto sin tener turbulencia una vez que el actual presidente, Robert A. Iger, se retire?
Robert A. Iger buscaba las palabras. De pie ante los accionistas en San Francisco en marzo, el normalmente espabilado Iger, director ejecutivo de la Walt Disney Co., había sido atrapado fuera de guardia por Brooke Ledwith, una inquisitiva niña de seis años de edad. “¿Quién fue la primera princesa de Disney en subirse a un crucero de Disney?”, preguntó, de pie de puntitas para alcanzar el micrófono.
Como líder de la compañía de entretenimiento más grande del mundo, Iger ha dominado muchos datos, pero la historia náutica de las princesas no es uno de ellos. “¿Tom?”, dijo finalmente, mientras el público reía nerviosamente. “¿Puedes responder?”Thomas O. Staggs, quien se convirtió en el ejecutivo No. 2 de Disney en febrero, instantáneamente ofreció una respuesta satisfactoria desde su asiento en la primera fila. “No pudiéramos elegir a solo una”, dijo a la niña. “Pero Cenicienta definitivamente fue una”.
Durante 25 años, Staggs se ha dedicado a la marca Disney, ya fuera cerrando la compra por 7 mil 400 millones de dólares de Pixar en 2006 como director ejecutivo, o bautizando al Tren de la Mina de los Siete Enanos de Disney World el año pasado como presidente de parques temáticos. (Sí, Blanca Nieves también estuvo ahí.)
Pero ahora Staggs se encuentra bajo un intenso escrutinio como próximo en la línea sucesoria del trono del Reino Mágico. ¿Puede ocuparlo sin turbulencia cuando Iger se retire como se espera en 2018? Es una pregunta tentadora dada la irregular historia de sucesión de la empresa.
Disney ha puesto en claro que su ascenso a director operativo en febrero no fue una coronación. Así que Staggs debe ahora recorrer uno de los caminos de obstáculos más temibles del Estados Unidos corporativo, trabajando para convencer a los miembros del consejo de que es apto para una tarea casi imposible – seguir las huellas colosales de Iger – mientras sigue cuidadosamente subordinado a su mentor. Para 2018, Staggs conseguirá el puesto, posiblemente el más grande de Hollywood, o estará enfrentando el fin de su carrera en Disney.
Como sucede con los príncipes, Staggs tiene su propia lista de logros. En los 12 años que pasó como director financiero, trabajó no solo en el acuerdo de Pixar sino también en la adquisición por 4 mil millones de dólares de Marvel Entertainment en 2009. En los cinco años que pasó como presidente de Parques y Hoteles Disney, Staggs incrementó en más del doble las utilidades operativas de los parques temáticos, a 2 mil 660 millones de dólares, y solucionó los problemas en un importante proyecto de tecnología de Disney World de mil millones de dólares,
pero ninguno de estos éxitos explicó por completo por qué Staggs derrotó a otro candidato interno, James A. Rasulo, para convertirse en el contendiente favorito para dirigir Disney, una compañía que es vista como un tesoro nacional por sus muchos fanáticos apasionados.
Una y otra vez mientras dirigía la enorme operación de parques temáticos de Disney, Staggs, de 54 años de edad, probó que comprendía cuán crucial era que las generaciones de consumidores siguieran sintiendo una conexión primaria con la compañía.
Esa ha sido una de las creencias fundamentales de Iger durante su periodo como jefe: En un mundo de opciones de entretenimiento infinitas, mejorar y proteger la cálida, difusa y familiar marca de Disney debe ser la prioridad número 1, incluso por encima de alcanzar rápidamente utilidades.
“Tom definitivamente conoce Disney y lo que se requiere para hacer a Disney tan especial”, dijo Iger en esa reunión de accionistas. Staggs, en un traje gris claro, se puso de pie y ofreció un humilde saludo a la multitud, donde Roy P. Disney, el sobrino nieto de Walt Disney, sonrió y aplaudió.
Es una comprensión que va mucho más allá de la capacitación de Staggs como director financiero. Consideremos su aportación creativa para una próxima adición de 500 millones de dólares inspirada en “Avatar” en el Animal Kingdom de Disney en Florida. En 2011, Iger y Staggs desayunaron con James Cameron, el director de “Avatar”, y Jon Landau, quien produjo la película. Estaba discutiendo un acuerdo para hacer de “Avatar”, que reunió 2 mil 800 millones de dólares mundialmente, en parte del parque temático de los Hollywood Studios de Disney.
De la nada, según Landau, Staggs lanzó una idea más ambiciosa: ¿Qué tal si en vez de eso se añadiera toda un área de “Avatar” a Animal Kingdom, un parque con temática ecológica que sorprendiera?
“Fue Tom quien tuvo la visión de decir: ‘Eh, quizá esto no es solo parte de un recorrido por los estudios, pensemos más en grande’”, dijo Landau. “Tom no va a gastar el dinero de Disney de manera frívola, pero es capaz de tomar la mejor decisión creativa pese a no ser la decisión más económica, y eso es crucial para la marca Disney”.
Landau añadió: “No se llega a dirigir Disney si se es un contador”.
En papel, Thomas Owen Staggs es exactamente eso: un contador. Esa percepción condujo a una reacción de desilusión en las filas creativas de Hollywood cuando fue ascendido en febrero: Oh, grandioso, otro magnate del entretenimiento con experiencia limitada en los fundamentos del entretenimiento.
Después de obtener su título de maestría en Stanford, Staggs, quien declinó ser entrevistado para este artículo, trabajó en el banco de inversión Dain Bosworth y luego en Morgan Stanley. Se unió a Disney en 1990, ayudando a negociar acuerdos como la compra de Capital Cities/ABC por 19 MIL 000 millones de dólares en 1995, y fue designado director ejecutivo en 1998 por Michael D. Eisner, quien era entonces director ejecutivo de Disney.
Staggs, conocido por sus siempre presentes mocasines Gucci y su postura erguida, es también un hombre espectáculo natural. Algunos incluso le llaman un guasón.
En 2011, apareció en el escenario en una convención de fanáticos de Disney usando un arete llamativo que le colgaba hasta el hombro, una referencia para los conocedores al estilo colorido de Joe Rohde, el creativo de Disney que encabeza el diseño del parque de “Avatar”. En 2012, mientras asistía a la inauguración de nuevas atracciones en California Adventure de Disney en Anaheim, Staggs pasó bailando debajo de un cordón de seguridad.
Algunos conocedores de Disney sospechan que la disposición de Staggs a mostrar un lado cordial y extravagante fue un esfuerzo calculado para diferenciarse de Rasulo, que no es conocido por su estilo desenfadado.
Cualquiera que haya sido la motivación, funcionó, al menos ayudando a Staggs a ganarse la lealtad de miembros importantes del círculo creativo de Disney.
La sucesión de Staggs no está asegurada. El consejo de Disney ha puesto en claro que aún debe probar que tiene lo que se necesita para ser director ejecutivo.
Y, la verdad sea dicha, Staggs tiene algunas abolladuras en su armadura.
No se ha hecho un firme aliado de Isaac Perlmutter, el director ejecutivo de Marvel, quien ha sido un abierto simpatizante de Rasulo.
Y la disposición de Staggs a gastar más para potencialmente ganar más, como con el área de “Avatar”, también inquieta a algunos inversionistas, particularmente a aquellos a quienes les preocupa que la operación de los parques esté demasiado expuesta a factores fuera del control de Disney: amenazas de seguridad, crisis económicas, un brote de sarampión como el vinculado con Disneyland a fines del año pasado.
Staggs tendrá muchas oportunidades para probar que es digno del puesto, o no, en los próximos tres años.
Staggs, que tiene tres hijos pequeños con su esposa, Melanie, creció en Excelsior, Minnesota, donde tocó la trompeta en la banda de su escuela y trabajo como cocinero de Kentucky Fried Chicken. El hijo menor de un padre vendedor y una madre ama de casa, primero estudió música en la Universidad de Minnesota pero rápidamente cambió su orientación a los negocios.
Cocinar y la comida se han vuelto dos de sus mayores pasiones, desbordándolas en los parques de Disney. En los últimos años, Staggs ha promovido mejoras, hablando orgullosamente en entrevistas sobre la llegada de un emparedado frito de tomate verde al menú de la cafetería Frontierland y una ensalada de quinua en Fantasyland.
En 2012, durante una cena de precio fijo de ocho platos en Victoria & Albert’s, quizá el restaurante más elegante de Disney World, Staggs ofreció a sus invitados (este reportero entre ellos) una explicación de la atención que presta a esos asuntos al parecer insignificantes.
“Mucho de esto gira en torno de la marca Disney”, dijo. “Debemos tratar de seguir elevando cada vez más el estándar en formas grandes y pequeñas, y los detalles importan”.
Aprendió eso en su niñez, continuó, cuando fue despedido como repartidor de periódicos. Mantuvo en privado la razón específica, pero ofreció la lección: “Eso me enseñó a no buscar atajos”, dijo, mostrando una sonrisa.
Fuente: El Financiero