Caleidoscopio
Colaboración de Guillermina Gómora Ordóñez
Explosiva mezcla que exhibe de cuerpo entero a nuestro permeable sistema político, económico – social y permite entender los recientes sucesos de arranque de año, que van de lo trágico a lo cómico.
Uno de la mano del otro, en una estructura que facilita el asesinato de una alcaldesa (Temixco) en su casa frente a su familia y del cual poco se sabe porque el gobernador perredista de Morelos, Graco Ramírez, está más preocupado por su carrera presidencial rumbo al 2018 y por mantenerse cerca de los afectos del presidente Enrique Peña Nieto.
Flagelos que han pervertido el tejido social de nuestro país y han hecho de la corrupción una manera de ser, una conducta común, cotidiana, que justifica la transa, el enriquecimiento ilícito de cualquier funcionario público siempre y cuando se valide aquello de “que roben, pero que salpiquen”.
Corrupción que trastoca y se transforma en impunidad, alcanzado niveles impensables, que lo mismo cobija a grupos delincuenciales; narcotraficantes y criminales, que a políticos en desgracia o empresarios corruptos. Pactos de convivencia donde se comparte el poder o se les da manga ancha a los delincuentes para designar funcionarios.
Entramados de complicidades que han sentado sus reales en estados como: Guerrero, Tamaulipas, Michoacán, Chihuahua, Veracruz y Estado de México, donde los niveles de descomposición son elevados y lamentables para sus habitantes que deben sobrevivir día con día en medio del caos que las autoridades no atinan a controlar o por lo menos identificar.
En Guerrero, la situación es alarmante a grado tal que el arzobispo de Acapulco, Carlos Garfias Merlos, lanzó un “¡Basta ya!
A través de un comunicado el prelado católico, dijo que lamenta “la pena y el sufrimiento de las familias cuyos hijos están muertos o desaparecidos en El Salitre, Ajuchitlán, Iguala, Chilapa, Acapulco y que se suman a los miles de víctimas anónimas en diversas regiones de nuestro país».
El arzobispo hizo un llamado a las autoridades para que investiguen y den respuesta sobre lo sucedido ya que es necesario que proporcionen resultados concretos a fin de que la sociedad recupere la confianza y la credibilidad en el gobierno y las instituciones. También convocó a la sociedad civil en general a «que se involucre y participe en la construcción de un Guerrero que valore la vida, dignidad y derechos de cada persona, haciéndonos capaces de encontrarnos, reconciliarnos y vivir como hermanos».
En efecto, si no hay participación de sociedad y autoridades, la crisis se agudizará por más operativos militares y policiacos que se pongan en marcha. El desafío para el Estado y los ciudadanos está en la restauración del tejido social, plataforma básica de cualquier núcleo de convivencia.
En Guerrero, como en otras entidades, la tarea es titánica pues la industria de la resistencia, la rebelión y la delincuencia ofrecen, por el momento, mejores posibilidades económicas y materiales para las clases populares, principalmente jóvenes con bajos niveles educativos.
Sectores vulnerables, que se convierten en presa fácil de los grupos delincuenciales y que permiten explicar el avance territorial y económico de los cárteles que como hemos visto, seducen a cualquiera, incluidos los artistas. No hay nadie que se resista a sus “cañonazos”.
Espectáculos deprimentes de corrupción que trascienden nuestras fronteras y exhiben la debilidad del Estado mexicano al declarar: “Misión cumplida”, la enmienda de una red de impunidad que permitió la fuga de Joaquín Guzmán Loera “El Chapo” del penal de máxima seguridad del Altiplano.
Corrupción, complicidades y caos que se reflejan también en el caso del ex gobernador de Coahuila, Humberto Moreira, que saqueó su estado durante el periodo 2005-2011 que estuvo al frente, para después heredarlo a su hermano Rubén Moreira, que ya busca (ba) también dejarlo a otro hermano de nombre Álvaro. Nepotismo puro que ofende y agrede la inteligencia.
Funcionarios corruptos que sólo buscan servirse del poder y que, como en el caso del profesor, no lo contuvo ni el asesinato de su hijo José Eduardo Moreira Rodríguez, el 3 de octubre de 2012, cuyo cuerpo fue localizado en el municipio de Acuña.
El ex dirigente del PRI, sólo por 10 meses, de marzo a diciembre de 2011, que renunció a la presidencia del partido debido a las constantes acusaciones de corrupción, es el ejemplo claro de la política permisiva de cuotas y cuates a los que se les perdona todo y no se les toca ni con el pétalo de una averiguación previa.
Política que vale aclarar, no es privativa de los regímenes priistas, lo mismo sucede con panistas, perredistas y de otras membresías. Ahí está Guillermo Padrés, ex gobernador de Sonora, que transporta los millones robados al erario de su estado en hieleras.
@guillegomora