Colaboración de Juan Marìa Naveja
Hoy lo que abunda es la oferta de empleo para los choferes; el problema es que muchos de ellos no pasan los exámenes.
Tantos como los regularizados son los taxis que sin permiso circulan por las calles de la ciudad de México. Por donde se vea están los autos que portan la leyenda “en trámite”. Así van por la vida años y años sin que autoridad o gremio alguno proteste. Sin embargo, cuando aparece una oferta organizada, accesible y fuera de las redes de control y corrupción, se desatan las pasiones.
Uber y otras aplicaciones vinieron a sacudir un servicio anquilosado, controlado en exceso; si las nuevas tecnologías están cambiando al mundo, ¿por qué el transporte de pasajeros iba a ser la excepción?
En casi todo el mundo el servicio tiene que cambiar. Una de las peores experiencias para un turista son los taxistas de Nueva York; son una plaga, no saben ni de atención ni de respeto. Para fortuna de propios y extraños están teniendo un buen éxito proyectos como Uber y otros como el taxi compartido, aún más barato. Ojo, no tarda en aparecer en el Distrito Federal, porque la ciudad se presta para ese tipo de traslados.
En México el corporativismo se enraizó a partir de la segunda mitad del siglo pasado. Se crearon sindicatos para todo y el clientelismo en la capital tomó carta de naturalización tras los sismos de 1985. El problema no fue la creación de agrupaciones, sino que derivaron en organizaciones perniciosas, ajenas al interés de los trabajadores.
En ambos casos los principales beneficiarios son los líderes que han hecho de la violación a la ley una norma, así sea para invadir inmuebles, el comercio informal o los taxis pirata.
En general, los taxis en todo el país son vehículos en malas condiciones; y el servicio, deficiente. Casi siempre el chofer es un trabajador mal pagado, carente de seguridad social, víctima de los que al amparo de autoridades han acumulado permisos. Pero no sólo eso, se ha cultivado el monopolio con los sitios en aeropuertos, terminales de autobuses, hoteles, entre otros, cuando una competencia abierta es mucho más saludable.
Hoy lo que abunda es la oferta de empleo para los choferes; el problema es que muchos de ellos no pasan los exámenes.
Por cierto, hay sitios que se pusieron las pilas, construyeron su aplicación y están compitiendo.
Dejar inalterable e inalterado el corporativismo fue uno de los principales errores de los gobiernos panistas. Era la oportunidad porque los sindicatos están en el PRI y los irregulares en el PRD, ahora en Morena.
¿Ya le cambiaron de nombre a la Cámara?
Que se sepa no se ha aprobado la iniciativa para cambiar de nombre a la Cámara de Diputados, pero los spots de radio y televisión están firmados por la “Cámara de Diputadas y Diputados”. El Artículo 50 constitucional establece que el Poder Legislativo de los Estados Unidos Mexicanos se deposita en un Congreso general, que se dividirá en dos cámaras, una de diputados y otra de senadores. Si quieren modificar el título no hay problema, siempre y cuando respeten la Constitución política, que hasta donde se sabe es o debe ser el mapa para los legisladores.
Para las y los feministas a ultranza les recomiendo el artículo de Arturo Pérez Reverte, novelista y académico de la Real Academia de la Lengua:
http://arturoperez-reverte.blogspot.mx/2010/09/clientes-y-clientas.html.