Así se expresó el presidente Carlos Salinas de Gortari en un mensaje a la nación. Los mexicanos todos, dijo al inicio de su mensaje, hemos perdido hoy a un hombre que se había fijado como tarea fundamental contribuir pacíficamente a la grandeza de la Patria, víctima de un cobarde ataque, que es una afrenta porque había un clima de diálogo, de entendimiento y de concertación entre las fuerzas políticas de conducir la diversidad de propuestas por la vía del derecho y la reforma legal.
Luis Donaldo Colosio murió la noche del 23 de marzo de 1994, luego de tres horas de esfuerzos médicos para salvarle la vida, después de que recibió dos tiros a bocajarro en la cabeza y en el abdomen, disparados por un homicida, en una cañada donde realizó su último mitin entre marginados de la frontera.
A las 17:04 horas, tiempo del Pacífico, el candidato presidencial priista caminaba a su camioneta, rodeado por unas 300 personas que se apretujaban en torno de él, cuando entre la gente apareció un hombre joven moreno, de complexión robusta, de casi 1.60 metros de estatura, y con un revólver apuntó contra Colosio y alcanzó a disparar dos veces.
La cabeza y el pecho del candidato se llenaron de sangre. Sus asistentes cercanos lo cargaron de inmediato y rápidamente se lo llevaron del lugar, donde la confusión, la ira por el atentado, y un intento de linchamiento contra el homicida, se sucedieron en unos instantes.
Obreros, amas de casa, empleados, funcionarios públicos, billeteros y profesionistas manifestaron su total repudio contra el asesinato del candidato del PRI a la Presidencia de la república, Luis Donaldo Colosio.
Aún cuando admitieron que en el momento existía inconformidad en el país por la pobreza de la mayoría de sus habitantes, no justificaron la acción. Manifestaron que el hecho podría desestabilizar al país, porque con ello se demuestra la falta de orden y respeto.
Consideraron el acto como un duro golpe para el país; que sin embargo es natural que los grupos poderosos traten de tomar el poder. Se reprobaron los hechos y se indicó que corresponde a los mexicanos luchen porque no se irrumpa la paz del país.
El asesinato de Luis Donaldo Colosio Murrieta fue criticado por la ciudadanía de Saltillo, que consideró oportuno se aplicara la pena de muerte como un castigo prudente para el asesino material del crimen.
Personas entrevistadas precisaron que aplicar la pena de muerte al homicida de quien fuera candidato del PRI serviría para impedir que otros continuaran con la ola de terror en México.
Argumentaron que la «debilidad» de las autoridades para quienes infringen la ley ya rayaba en desorden, por lo que deberían ser más enérgicas con los delincuentes y que unos años de prisión para el asesino del candidato del PRI no bastarían para limpiar su memoria ni el atentado general que sufrió México.
Mario Aburto Martínez, presunto homicida de Luis Donaldo Colosio, declaró que tenía pensado atentar contra la vida de Carlos Salinas de Gortari cuando fue candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI) a la Presidencia de la República, en 1988.
Dijo que dos años antes, en 1986, a la edad de 15 años, contempló por primera vez la posibilidad de herir a un candidato priista, «para decirle a los medios de comunicación lo que estaba pasando en México», pero, por su corta edad, creyó que estaba equivocado.
El presunto asesino, tenía pensado atentar contra la vida de Carlos Salinas de Gortari, pero por su corta edad, creyó que estaba equivocado.
«Perdónenme, pero no puedo colaborar con ustedes. Yo lo tenía que hacer», dijo Mario Aburto Martínez, asesino de Luis Donaldo Colosio, a los detectives de la Procuraduría General de la República, durante los interrogatorios en los que aceptó pertenecer a una «secta política» de la que no reveló más. Pero, eso sí, en todo momento se mostró coherente y sumamente consciente del atentado criminal perpetrado en contra del abanderado priista, lo que hace suponer que efectivamente existió un complot para consumar tan brutal acto.
Investigación realizada por el diario bajacaliforniano Zeta reveló gran parte de los interrogatorios realizados desde el primer momento por la PGR, y además se logró dar con datos por demás interesantes de la vida personal de Aburto Martínez, quien fue un excelente estudiante, pero un mal trabajador, pues no tenía constancia en sus empleos, además se presumió que o Aburto estaba muy bien enterado de todos los movimientos en la campaña, o lo enteraron de todo, pues tuvo todas las ventajas para actuar, al grado de recargar el cañón de su pistola en el cerebro mismo de Colosio y oprimir el gatillo.
Lejos de estar nervioso, asustado o arrepentido, dijo a los detectives de la Procuraduría General de la República: «Me disculpan, pero no puedo colaborar con ustedes, al no informaré dónde y cómo opera esa secta política»
Durante la visita que realizó a Saltillo el 24 de enero de 1994 Luis Donaldo Colosio Murrieta, un grupo de trabajadores del IMSS en esta ciudad le entregaron un escrito, en el cual denunciaban las desfavorables condiciones laborales, enterando al extinto candidato a la Presidencia de la república, de las múltiples anomalías a las que enfrentan, así como de las violaciones que se cometen al reglamento que rige la citada institución médica.
Colosio Murrieta, pocos días antes de su trágica muerte, contestó a las peticiones que le hicieran los trabajadores, dirigiendo una misiva a la persona que en representación de sus compañeros le entregó dicha petición, la cual se hizo llegar a VANGUARDIA, y que adjuntamos a este artículo.
La opinión popular que prevalece es que se trató de un complot orquestado y dirigido en el seno del propio PRI, ordenado directamente por el entonces Presidente de México, Carlos Salinas de Gortari, a través de su jefe de asesores, José María Córdoba Montoya. Sin embargo, el último fiscal del caso, Luis Raúl González Pérez, estableció que no existen evidencias sólidas para señalar a nadie más que Aburto como único autor intelectual y ejecutor del crimen, y por ello el gobierno considera cerrado el caso desde el año 2000.
Fuente: Vanguardia