México cede en uno de los puntos más espinosos de la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC). El secretario (ministro) de Economía mexicano, Ildefonso Guajardo, ha asumido este martes una de las exigencias clave de Estados Unidos para renovar el acuerdo comercial tripartito que une a ambos países con Canadá desde 1994: el porcentaje de contenido regional en los automóviles fabricados en América del Norte. «Hay una gran preocupación por los temas del sector de manufacturas en Estados Unidos, y tenemos que ser sensibles a que cada quien va a querer colgarse una medalla de acuerdo con sus objetivos. Ahí, sin duda, la solución está en una regla de origen fortalecida en el sector automotriz», ha dicho Guajardo en la reunión anual de embajadores y cónsules mexicanos. Las palabras del máximo responsable del país latinoamericano en materia comercial llegan en un momento clave: a dos semanas vista del inicio de la «crucial» ronda negociadora de Montreal (Canadá).
Bajo la actual redacción del TLC, un automóvil producido hoy en México, EE UU o Canadá debe tener, como mínimo, un 62,5% de componentes fabricados en la región norteamericana y no fuera de estos tres países. Washington quiere elevar esa cifra hasta el 85% para asegurar una mayor carga de trabajo para su industria de autopartes. En primera instancia, las autoridades mexicanas y, en menor medida, canadienses criticaron tanto esta exigencia como la de implantar un mínimo nacional –que este martes Guajardo ha pasado por alto en su discurso– por considerarlas «irracionales». Casi dos meses después, el Gobierno mexicano empieza a dar su brazo a torcer: el tiempo apremia si verdaderamente quiere sacar adelante un acuerdo antes de las elecciones presidenciales de julio y, para lograr ese objetivo, es vital ceder también en este punto.
«El 75% de un automóvil promedio es diferente hoy del que era hace 24 años, cuando firmamos el TLC», ha justificado Guajardo. «Es un producto que no tiene absolutamente nada que ver con el que se utilizó como modelo para definir las reglas de origen». Aun compartiendo esa visión de cambio radical en el sector en el último cuarto de siglo, los empresarios del sector automotriz mantienen una posición bien distinta de la defendida este martes por Guajardo. «La regla de origen propuesta por EE UU no solo es inaceptable: también es inalcanzable», había subrayado, apenas 24 horas antes, el jefe de la patronal automovilística mexicana (AMIA), Guillermo Solís. Los representantes de la industria automovilística estadounidense y canadiense comparten la tesis de su par mexicano.
Ya hay un precedente de cesión de México durante el actual proceso de negociación del TLC: en pocas semanas, las autoridades del país latinoamericano pasaron de rechazar de pleno la cláusula de terminación automática del tratado cada cinco años, como proponía EE UU, a aceptar un diálogo trilateral para mejorar el texto en ese mismo horizonte temporal. En este sentido, el titular de Economía mexicano ha subrayado la importancia de «empezar por entender que la viabilidad política de un acuerdo tiene márgenes muy estrechos» para poderse procesar. «La ronda de Montreal va a ser decisiva para empezar a desatorar temas importantes y creemos que vamos a poder acercarnos a soluciones en muchos de ellos, como en el caso de la cláusula de terminación automática», ha añadido Guajardo.
«EU no puso los temas más críticos sobre la mesa hasta la quinta ronda, porque muchas de sus propuestas ni siquiera eran apoyadas por sus propios stakeholders». Sin embargo, a pesar de que las conversaciones parecen empantanadas desde hace meses, el secretario de Economía mexicano ha mostrado su lado más optimista: «En diez de los 30 capítulos hay acuerdo: energía, telecomunicaciones, pymes, medidas fitosanitarias… Realmente sí hay una sustancia crítica que, con voluntad, podemos aproximar a su cierre en Montreal».
Hoy por hoy, a tenor de lo expresado por el jefe de la delegación mexicana en las conversaciones, el mayor escollo está en un punto que enfrenta a EE UU y Canadá desde el día uno: la resolución de controversias entre empresas y Estado. «Hay una visión en Washington de que nada puede estar por encima del sistema de resolución de conflictos estadounidense y eso es mucho más difícil de afrontar», ha agregado Guajardo, uno de los hombres fuertes del Ejecutivo de Enrique Peña Nieto (PRI), quien dice haber establecido «una buena relación personal» con el jefe negociador estadounidense, Robert Lighthizer.
Pese a tener ideas diametralmente opuestas sobre la dinámica que debe seguir el comercio internacional, el titular de Economía mexicano también ha tendido la mano a la Administración estadounidense en la disputa que esta mantiene en el seno de la Organización Mundial del Comercio (OMC): «Washington trae una nueva visión también a la OMC, pero eso no quita que debe ser repensada de arriba abajo».
Fuente: El País