El debate sobre acoso sexual llegó este jueves a la televisión abierta de México. En concreto, al noticiero matutino de Televisa que conduce el periodista Carlos Loret de Mola. Esto sucedió después de que un centenar de artistas e intelectuales francesas dieran a conocer su postura respecto al movimiento Time’s Up (o #MeToo), originado en Hollywood. En una carta publicada en el diario Le Monde, el colectivo expresó su desacuerdo contra el clima de «puritanismo» sexual que habría desatado el caso Weinstein.
Al programa Despierta con Loret acudieron como invitadas dos feministas de distintas generaciones: Marta Lamas (1947), investigadora de la UNAM, y la colombiana Catalina Ruiz-Navarro, columnista en El Espectador.
El debate televisado entre Lamas y Ruiz-Navarro tuvo una duración de 24 minutos, pero este se extendió y continuó en las redes sociales. En Twitter, el nombre de Marta Lamas se colocó como trending topic durante las primeras horas del día y lo continuó siendo hasta las 3:00 de la tarde. Muchos tuiteros criticaron las opiniones de la investigadora mexicana por considerarlas contrarias al feminismo.
Loret de Mola abrió el debate leyendo una frase del manifiesto firmado por las francesas, con el que Lamas coincidió en muchos aspectos: “La violación es un crimen. Pero la seducción insistente o torpe no es un delito, ni la galantería una agresión machista”.
La académica dijo estar de acuerdo con esa apreciación, aunque consideró que el posicionamiento en general se publicó en un mal momento: justo después de la ceremonia de los Globos de Oro, donde el tema central fue la protesta contra el acoso sexual que se destapó en la industria del cine. «Rescato de las francesas la crítica al puritanismo», sostuvo Lamas, y agregó: «Ni todas las mujeres son víctimas ni todos los hombres son victimarios».
Esto no significa que no haya víctimas, dijo, pero están situadas en distintos niveles: «No es lo mismo una víctima de una violación, que una víctima de acoso, que la víctima de un piropo que va por la calle, no le gusta que le digan guapa y arma un súper pedo al respecto», expresó la investigadora en una clara referencia a la denuncia hecha el año pasado por la bloguera Tamara de Anda.
Ruiz-Navarro coincidió en mayor medida con el movimiento norteamericano Time’s Up. La escritora colombiana defendió que, aunque es algo muy sutil, todos podemos identificar la diferencia entre «el sano coqueteo» y el acoso. «Si una persona que te gusta y que deseas te dice groserías al oído, está bien, porque das tu consentimiento. El problema es cuando esto se hace desde una posición de poder que no te permite dar o negar consentimiento», dijo.
En su carta, las francesas abogan por que los hombres acusados de acoso no sean linchados mediáticamente sino que pasen por un debido proceso legal. Sobre este punto, las dos feministas estuvieron de acuerdo en que la solución al problema no puede ser juridificar las conductas de los hombres. «El acoso no está en las palabras que se usen, sino en la intención, el contexto y la desigualdad de poder», expresó Ruiz-Navarro.
Pero la mexicana y la colombiana difirieron en otros puntos. Lamas consideró que la seducción se vuelve aburrida y deserotizante si el hombre tiene que pedir permiso para hacer cada movimiento. «En el tema de la líbido y el deseo no todo se puede explicitar previamente […] Para mi el juego del erotismo también implica cierta sorpresa, cierto arrojo, o robar un beso».
Ruiz-Navarro respondió: «El erotismo no puede ser por obligación: no hay nada más sexy que el consentimiento […] El lenguaje humano es suficientemente sofisticado para leer las señales no verbales». En opinión de la escritora, el problema es que a los hombres no se les ha enseñado a buscar las señales de consentimiento en las mujeres, sino a actuar únicamente movidos por su deseo. «Creo que toda esta censura social sirve para que los hombres se fuercen a encontrar nuevas formas de coquetear», consideró la colombiana.
Fuente: El País