Donald Trump ha reavivado su amenaza de retirar a Estados Unidos del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en estos últimos días y conforme los funcionarios se preparan para reunirse en la Ciudad de México a finales de esta semana para la segunda ronda de las renegociaciones ahora en curso, surgen tres preguntas.
- ¿Esto es sólo parte de su estrategia de negociación?
Indudablemente. Trump cree en el poder de la hipérbole. Él piensa que sube las apuestas y desestabiliza a su oponente en la mesa de negociación.
El presidente estadounidense ha sido muy abierto sobre lo que piensa hacer. Sólo hay que leer este mensaje de Twitter del domingo:
“Estamos en el proceso de renegociación con México y Canadá del TLCAN (el peor acuerdo de libre comercio de la historia). Ambos países están siendo muy difíciles. ¿Tendré que ponerle fin?”.
- ¿Realmente lo cumpliría?
Sí. Las disposiciones del TLCAN le permiten a cualquier parte enviar una notificación de retiro a las otras partes con seis meses de antelación. Pero ése no es el final de la historia.
Mucha gente considera las reiteradas amenazas del presidente de retirar a EU del TLCAN — que comenzaron durante la campaña del año pasado — una gran fanfarronada. Especialmente después de lo ocurrido en abril, cuando la comunidad empresarial estadounidense y los miembros de su propio gabinete cabildearon frenéticamente contra un plan de retirada impulsado por el exestratega Steve Bannon y otros radicales en la Casa Blanca.
Abandonar el TLCAN tendría evidentes costos económicos y políticos. Provocaría una enorme oposición por parte de la comunidad empresarial estadounidense. También enojaría al poderoso cabildo agrícola y pondría a prueba el apoyo de los votantes de Trump en los estados agrícolas conservadores y favorables al comercio como Iowa y Kansas.
Pero sospecho que Trump tiene un enfoque distinto. Él actúa como si fuera una escalada natural en las negociaciones en lugar de una salida definitiva. Enviarles una notificación de retiro a Canadá y México activaría un período de notificación de seis meses y, según él cree, obligaría a hacer concesiones.
Las negociaciones están comenzando. EU no ha puesto todavía sus propuestas más polémicas sobre la mesa. Los funcionarios también están ya discretamente diciéndole a la comunidad empresarial que las primeras negociaciones verdaderamente sustanciales probablemente tendrán lugar durante la tercera ronda en Canadá a finales de septiembre.
Así que es poco probable que suceda pronto. Es más probable que se dé un escenario donde las conversaciones se extiendan hasta comienzos del próximo año y al no haber soluciones sobre cuestiones clave y con la cercanía de las elecciones mexicanas, Trump apriete el gatillo, iniciando la carrera hacia un enfrentamiento en el verano.
Pero los riesgos de lo anterior son enormes. Debido a las políticas de las elecciones, probablemente habría un endurecimiento de la posición mexicana. Tampoco es probable que doblegarse ante las presiones de Trump sea muy popular en Canadá.
Lo cual nos lleva a la tercera y más importante pregunta.
- ¿Puede Donald Trump realmente deshacer el TLCAN?
La respuesta consensual sigue siendo sí. Pero también hay algunas personas muy inteligentes que argumentan que el poder real de Trump para sacar físicamente a EU del TLCAN —en lugar de simplemente enviar una carta de notificación— es más limitado de lo que piensa.
Joel Trachtman, un experto en derecho internacional de la Universidad de Tufts, es el principal defensor de la opinión de que sólo el Congreso puede realmente deshacer el TLCAN. Según la Constitución de EU, el órgano legislativo ejerce el poder sobre el comercio internacional y sólo delega la autoridad a los presidentes para negociar nuevos acuerdos comerciales. Sostuvo en un editorial reciente que no delega la autoridad para retirarse de acuerdos comerciales:
“Si el presidente, actuando por su cuenta, le pusiera fin a la participación estadounidense en el TLCAN, estaría imponiendo regulaciones sobre el comercio, sin la participación del Congreso. Esto sería una usurpación inconstitucional de las facultades concedidas al Congreso”.
Dicha medida provocaría demandas por parte de las muchas empresas que resultarían afectadas por un retiro del TLCAN, argumenta Trachtman.
El comercio, como muchas de las cosas que Trump está descubriendo en la presidencia, es complicado. Al igual que la trama que está escribiendo para el TLCAN.
Fuente: El Financiero