El control que tiene el Cártel de Sinaloa a través de la frontera es impresionante, tanto de las autoridades como de sus miembros, cuenta el periodista español David Beriain que pasó tres meses adentro de la estructura criminal.
Luego que murió Osama Bin Laden, el hombre más buscado del mundo fue Joaquín “El Chapo” Guzmán, señalado como el líder del Cártel de Sinaloa, hasta su captura el 8 de enero de 2016. Justo en ese contexto el periodista español negociaba con líderes la creación de un reportaje para su programa Clandestino.
Lo que aprendió en los tres meses que pasó entrevistando a los integrantes del cártel, cuenta, fue cómo se traslada la droga al oeste de México desde Sinaloa y de ahí a Estados Unidos, además del tráfico de armas desde país del norte, modo en que han conseguido la mayor parte de su fuerte armamento, dice.
Mientras que en Estados Unidos de las drogas que se consumen el 25 por ciento provienen del Cártel de Sinaloa, a México ingresan 2 mil armas ilegales de Norteamérica cada día.
“Todas las armas que tiene el cartel de Sinaloa vienen de Estados Unidos. 2 mil armas ilegales cruzan todos los días la frontera de Estados Unidos a México. El 85% de las armas que hay en México son ilegales y son americanas. El 60% de las armas que tienen los carteles mexicanos vienen de un solo estado, Texas”, explica.
“Me parece muy interesante mirar este mundo, primero, porque en términos periodísticos, es uno de los negocios que mueve el mundo. El 90 por ciento de la población carcelaria mundial está en la cárcel por narcotráfico. Las cifras que mueve el narcotráfico son superiores al PIB de muchos países. No hay ninguna sustancia en el mundo que, siendo tan pequeña y tan fácil de transportar, genere tanto dinero”, dijo el periodista Beriain.
“En concreto, a mí, lo que más me interesa es que el narcotráfico es como si coges el capitalismo en su versión más extrema, lo metes en un laboratorio y lo sometes a las condiciones más terribles posibles (que es lo que es un experimento, extremar las condiciones). Es la ley de la oferta y la demanda llevada (al extremo). Es un tipo que dice ‘mira, yo voy a consumir la droga, me da igual de donde venga, me da igual la trazabilidad que tenga, quién haya muerto por esto, no voy a pensar en esto. Voy a pagar lo que sea y voy a colocarme’. Y en el otro lado está otro tipo que dice ‘yo voy a venderle a ese tipo la droga, caiga quien caiga’. Sin ningún control, sin ninguna cortapisa. Al final, todo se reduce a eso: ¿sabes lo que cuesta esto, a quién (se mata), merece la pena? Es que es mucho dinero. Ves una vacuidad tremenda, que te solivianta, pero que creo sinceramente que habla de cosas que no tienen que ver sólo con lo que pasa en Sinaloa, sino con el mundo en el que vivimos, donde estamos llegando a eso”, continuó.
El narco
Se estima que son alrededor de 15 mil hombres armados los que conforman el cártel y defienden sus intereses en las fronteras más importantes del norte: Tijuana y Ciudad Juárez, según sus miembros. Entre los integrantes hay quienes cultivan la mariguana y el opio y quienes tratan el opio para convertirlo en heroína. También fabrican hasta 100 kilos de metanfetaminas por día con un valor de 8 mil dólares por kilo.
El periodista acompaño a los encargados de pasar la droga hacia los Estados Unidos por túneles y atravesando el desierto, pero pasó más tiempo con los sicarios, para quienes el narcotráfico es una manera de vivir.
“Ya no es una cuestión de unos tipos marginales en los costados de la sociedad; es la cultura. Es una cultura que premia al hombre hecho a sí mismo, que pelea por lo suyo, que se hace valer, que tiene unos códigos mafiosos, pero códigos al fin y al cabo. Códigos que intentan, de alguna manera, contener la violencia o, mejor dicho, dirigirla”, explica Beriain.
“Tú y yo nos dedicamos a esto. Si tengo un problema contigo te voy a matar a ti, no a toda tu familia. Como no quiero que maten a la mía, tampoco voy a matar a la tuya. No es que no pase, pero se intenta contener. Son códigos que tienen que ver con la lealtad, con la palabra dada, con un sentido bastante antiguo, y perverso al mismo tiempo, de cómo comportarse. Y, luego, la escala. Porque donde en Perú veíamos miles de dólares, aquí veíamos millones como quien no habla de nada. Todo es desproporcionado y todo es excesivo. Vales lo que tienes, hay que tener más y me lo gasto todo”.
Estar en Sinaloa
“Cuando nosotros entrábamos a hablar con ellos, nos preguntaban qué tal en el hotel. ¿Y luego, cuándo han hablado con éste? ¿Les ha ido bien? Nos tenían controlados en todo momento”, cuenta.
“Hay un momento en el que nosotros vamos patrullando por Culiacán sentados en el asiento de atrás con dos tipos encapuchados, con dos Kalashnikov, y nos para la policía. El tipo que está hablando conmigo les apunta a través del cristal. Llega el policía, bajan ellos la ventanilla, ven a dos tipos encapuchados, con dos gringos detrás y dos Kalashnikov, y la conversación es tal que así: ‘Buenas noches, señores, ¿cómo andan?’ – Aquí, trabajando. – Ah, bueno. Pues nada, continúen”, comenta para ilustrar el poder del Cártel sobre las autoridades.
Fuente: LSR