Katie Ledecky es la ‘rock star’ de la natación femenina. Domina todos los estilos, desde los 200 metros hasta los 1.500, y lo hace con un carácter desenfadado y sin pelos en la lengua. “Es que me gusta lo que hago”, explica la deportista estadounidense entre risas, puro carácter de una deportista nacida a sólo unas calles de la Casa Blanca en Washington DC.
En su primera oportunidad de medalla no falló: Ledecki arrasó su propio récord del mundo de los 400 metros libre hasta rebajarlo en 3:56.46, casi dos segundos más rápido que su propia marca de 2013. Cuando se tiró por primera vez a la piscina, Michael Phelps ya sabía lo que era competir en unos Juegos Olímpicos.
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Ledecky comenzó a nadar con seis años, pero también practicaba otros deportes como fútbol y baloncesto. Incluso iba a clases de danza. Pero fue por culpa de su hermano Michael cuando se centró en la piscina. Los piques con él fue lo que le hicieron crecer. A los once años empezó a competir de manera más o menos seria, y a los 13, durante una competición, el ‘speaker’ la presentó diciendo que estaba “seguro de que la veremos en los Juegos”. Dos años más tarde, la nadadora aparecía en Londres 2012. En aquel momento la favorita era Rebecca Adlington, y así lo demostró el público con sus cánticos, pero Ledecky supo abstraerse: “Me aislé. Quise pensar que voceaban ‘Katie, Katie, Katie’”. Para sorpresa de todos, arrebató la medalla de oro a la británica, que se vio también superada por Mireia Belmonte, en los 800 metros y desde entonces no ha parado. Ledecky era una niña de 15 años.
Cuatro años y doce finales de campeonatos internacionales después, la estadounidense suma (entre otros récords) los cuatro mejores tiempos de la historia en los 800 metros. Además, está a sólo seis de romper la barrera de los ocho minutos. “No sé si podré conseguir bajar de los ocho, pero sí está claro que estoy muy cerca. No es mi objetivo inmediato, pero sería un salto enorme, no hay dudas”, declaró.
Con sólo 19 años, la estadounidense es la mejor del mundo en los 200, 400, 800 y 1.500 metros, pero ella se define como “una chica normal”. Sin embargo, el ex nadador Russell Mark, asegura que “su técnica está muy cerca de la perfección”. Tanto es así que muchos la comparan con Michael Phelps, el nadador que más medallas ha conseguido en la historia de los Juegos Olímpicos. Ledecky responde a esa comparación retando el mismísimo tiburón de Baltimore, entre risas.
Su energía es equivalente a la de un hombre
La Federación Americana de Natación llevó a cabo un análisis integral en todo el equipo olímpico, en el que se incluyen estudios antropométricos, biomecánicos y fisiológicos para detectar lo que denominan el ‘Perfil de la Salud del Atleta de Élite’. Los propios miembros de la federación no entendían por qué en los datos no encontraron ningún elemento que explicase la potencia de Ledecky en su brazada o en su patada. El informe lo resolvieron con un escueto “los descubrimientos señalan que no hay nada destacable”. Algo absolutamente ilógico, visto el rendimiento de la nadadora de Washington.
No existe una razón científica que explique la energía que produce la nadadora para desplazarse por la piscina. Su ciclo es de seis patadas por brazada a un ritmo acelerado, algo muy difícil de soportar para las mujeres, e incluso algunos varones. Ryan Lochte, que la pudo ver en acción en la concentración del equipo estadounidense en Colorado Springs lo tuvo claro: “Nada como un tío. Nadaba las series más rápido que yo. Cuando la vi en la piscina me pregunté qué estaba pasando”.
En Río ha empezado con fuerza. En su debut en la piscina olímpica, Ledecky se quedó a apenas centésimas de batir su propio récord del mundo, pero arrasó con el récord olímpico en los 400 metros libres femenino, con 3:58:71. Horas después, destrozó el récord. Está claro que es de otra pasta.
Fuente: Sportyou