Ana Paula Ordorica
«Para mí, después de haber sido siempre europeo inglés,
esta es la mayor derrota de mi vida política.
Me siento casi tan mal como me sentí de bien
el día que cayó el Muro de Berlín. «
TImothy Garton Ash
Qué curioso que fue justo el pueblo de Winston Churchill el que demostró que la premisa tantas veces repetida del que fue Primer Ministro inglés sea tan correcta: la democracia es el peor sistema político…salvo todos los demás.
El jueves 23 de junio los británicos demostraron los vicios y virtudes de la democracia en ambos extremos. El pueblo pudo ser gobierno por ese día y salir y votar por la salida o permanencia de Gran Bretaña en la Comunidad Europea. Gran, gran herramienta de los ciudadanos, la democracia. La clase política debe escuchar a su gente a través del voto y de mecanismos como el referéndum.
Bravo por la democracia. Más del 70 por ciento de los británicos acudieron a las casillas electorales.
Votaron por salir, por el Brexit. Aun cuando muchos ciudadanos ni siquiera sabían qué significaba EU (Comunidad Europea, por sus siglas en inglés). De acuerdo con los análisis de Google, tras conocerse el resultado del referéndum la segunda mayor búsqueda en internet que hicieron los británicos fue ¿Qué es EU?
Primer gran vicio de la democracia: el único requisito para votar es ser ciudadano mayor de edad. Nada más. No se requiere tener un nivel mínimo de educación; tampoco conocer el tema sobre el cual se está eligiendo y ni siquiera entender como funciona la democracia.
Esto último fue evidente en una serie de entrevistas que hizo CNN a gente común y corriente a la que se les preguntó por qué habían votado por el Brexit. Hubo más de uno que, habiendo votado por la salida, se dijo asombrado ¡de que su voto contara! y conocer que, en efecto, el Brexit había ganado. (Ver este video: http://www.dailymail.co.uk/news/article-3658563/Meet-Bregretters-Public-backed-Leave-vote-say-want-STAY-EU-one-admits-didn-t-think-vote-count.html#v-5586712107814336630 )
Este tipo de casos fue tan común que un día después del referéndum, el viernes, hubo un nuevo hashtag que se convirtió en tendencia: #Regrexit por la palabra regret, o arrepentimiento.
Los arrepentidos han buscado desde el fin de semana que el gobierno los vuelva a escuchar y se lleve a cabo un segundo referéndum. Hasta el momento de entregar esta columna el número de firmas era casi de 3 millones 800 mil.
En el colmo de las ironías, la página con la petición del segundo referéndum la creo un ciudadano que votó en favor de la salida pero creía que iba a ganar el Remain y tenía preparada esta petición de antemano. Pero esa es otra historia.
Este ejercicio democrático comenzó como una maniobra política del Primer Ministro Cameron para, por un lado ganar las simpatías y el voto de quienes estaban escuchando al presidente del UKIP, Nigel Farage y sus deseos independentistas. La promesa de que si era reelecto en las elecciones del 2015 llevaría a cabo este referéndum fue una de las principales razones por las que Cameron pudo permanecer en el número 10 de Downing Street.
Por el otro lado, Cameron pensó que el referéndum le funcionaría para presionar a las autoridades de la Comunidad Europea para que Gran Bretaña obtuviera condiciones excepcionales en las reglas para migrantes y refugiados, sobretodo.
Cameron, como el ciudadano que se asombró de que su voto contara, subestimó el poder de la democracia. Pensó que podía llamar a un referéndum pero que el resultado no le iba a ser adverso.
Terrible ejercicio de cálculo que hoy ha terminado con su carrera política y tiene sumido a su país y al mundo occidental en una crisis con alcances incalculables.
@AnaPOrdorica