Colaboración de Ana Paula Ordorica
Decir que las elecciones en Estados Unidos son carísimas es quedarse corto. Dos razones han generado que durante el periodo electoral los ríos de dinero fluyan a manos llenas para elegir al inquilino de La Casa Blanca.
La primera fue la exitosa campaña de Barack Obama en el 2008 en la que logró juntar 780 millones de dólares a través de pequeñas contribuciones ciudadanas, lo que lo llevó a renunciar a la partida presupuestal publica que se quedó aproximadamente 600 millones de dólares corta.
La segunda fue una decisión de la Suprema Corte en el 2010 en donde le dio la razón a un grupo de ciudadanos que conformaron un comité de acción política (PAC) para atacar a Hillary Clinton. El PAC, Citizens United, argumentó que las leyes electorales que les restringían el monto que podían gastar en spots políticos coartaban su libertad de expresión contenida en la primera enmienda de la Constitución.
A partir de esta decisión de la Corte de anteponer la libertad de expresión sobre la posibilidad de que intereses especiales le metan dinero a la política nacieron los Súper Comités de Acción Política. Éstos pueden gastar la cantidad de dinero que quieran siempre y cuando cumplan con una sola regla: hacer transparentes los montos y las personas que le meten dinero a sus proyectos.
Por estas dos razones es que las elecciones en EUA han ido incrementando el dinero involucrado en fuertes cantidades. Basta comparar el costo de la elección en el 2000, que fue de 650 millones de dólares versus la del 2008 que fue de mil seiscientos millones de dólares. El costo de la elección del 2012 fue de 7 mil millones de dólares. En el actual proceso electoral ya se han gastado más de 700 millones de dólares y todavía no hay ni candidatos seguros de los partidos.
Muchas quejas se escuchan por estos ríos de dinero que fluyen en el periodo electoral. Tanto Bernie Sanders como Donald Trump han dicho que ellos no se dejan llevar por estas carretadas de dinero que simplemente generan demasiados compromisos para los candidatos y permiten con ello que los grandes intereses de los más ricos de EUA compren las elecciones.
Por este tipo de argumentos es que en México se decidió que los spots políticos los contrata el INE y los medios los deben transmitir sin cobrar y por este tipo de argumentos es que supuestamente las elecciones se ciñen a un presupuesto que reciben del erario los partidos para no recibir dinero de los privados.
Pero el resultado de ello no podría ser más lamentable para México. Y ahora que lo podemos comparar con el proceso electoral que vive en estos momentos EUA, más triste resulta nuestro sistema electoral.
La prohibición de que los privados donen dinero en México a las campañas políticas no ha impedido que fluyan los ríos de dinero, solo que en maletas de efectivo. Tampoco ha impedido que surjan casos como el de Juan Armando Hinojosa – bautizado como el constructor favorito del gobierno – y sin embargo han provocado que tengamos campañas políticas sin debates de calidad y sin spots que digan algo medianamente inteligente e interesante para el elector.
Además no queda claro que realmente el dinero pueda imponer una agenda particular. De nuevo tomando el ejemplo actual norteamericano vemos que el candidato que menos han gastado, Donald Trump 48 millones de dólares versus Hillary 180 millones, es el puntero.
Y también llama la atención que Bernie Sanders ha gastado más que Hillary Clinton (182 millones de dólares) pero de dinero que ha recaudado con pequeñas contribuciones de 27 dólares en promedio.
¿Dónde está entonces la gravedad de que dinero privado entre en las campañas políticas? Entrar a la página de la Comisión Electoral Federal de EUA es una delicia. Los datos están ahí para que quien quiera revise las contribuciones y los gastos. Es el ejemplo de la transparencia.
Puesta a elegir, sería mucho mejor que en México puedan fluir los recursos privados a cambio de mayor libertad de expresión; mayor transparencia en el financiamiento de las campañas y debates de altura entre los políticos que busquen un puesto de elección popular.