En México, 24 mil personas mueren al año por percances de tránsito y, de hecho, 40 a 60% de los accidentes mortales están relacionados al consumo de alcohol, señala el Consejo Nacional para la Prevención de Accidentes.
“El alcohol es una especie de ’socializador’, y cuando una persona ingiere en cantidades moderadas alguna bebida con alcohol se muestra más alegre y desinhibida, sobre todo en diciembre, cuando suele aumentar su consumo en las fiestas navideñas”, señala Brenda Ramos Tejeda, Lic. en Pedagogía por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en el Distrito Federal.
En cuanto a los efectos que producen las bebidas alcohólicas, la Lic. Ramos Tejeda señala que “funcionan como un depresor del sistema nervioso que rompe el equilibrio de las células nerviosas, y al abusar de ellas el sujeto suele hacer cosas de las que luego se arrepiente o ya no se acuerda”.
Una situación de riesgo ocurre cuando una personas que consume bebidas con alcohol pretende manejar, “sus reflejos se vuelven más lentos, entonces tarda más tiempo en reaccionar, por ejemplo, si ve un semáforo cuya luz cambia de amarilla a roja, no es capaz de actuar para detener el auto con rapidez y eso puede generar un accidente”, apunta la también promotora de salud de la Fundación de Investigaciones Sociales, A.C. (FISAC), creada en 1981, y entre cuyos objetivos destaca promover el conocimiento y la responsabilidad respecto a las bebidas con alcohol.
Asimismo, el individuo, “siente más libertad y se vuelve más atrevido, por ello conduce a mayor velocidad sin reparar en las consecuencias. Esto se debe a que, como mencionamos, al romperse el equilibrio de las células nerviosas, ciertas funciones se ven afectadas, como juicio, control y aprendizaje, entonces realiza acciones que comúnmente no haría”, apunta la egresada de la UNAM.
La pedagoga señala que el “alcohol altera dos sentidos fundamentales para conducir: visión y audición, de tal suerte que el sujeto ve borroso y no escucha bien. Además, se ve alterada su motricidad fina, al grado de que si tiene problemas para introducir la llave en la cerradura de su auto, mucho menos tendrá la capacidad para manejarlo. Incluso, el sentido del equilibrio se altera, por ello se va apoyando en otras personas o recargando en objetos para poder llegar hasta cierto punto; tampoco puede caminar en línea recta y se le dificulta bajar escaleras. Quien se encuentra en esta condición, lo más probable es que si maneja un auto provoque un accidente”.
A pregunta de cuánto alcohol puede tomar una persona antes de manejar, la respuesta de la Lic. Ramos Tejeda es definitiva: Lo mejor es no tomar nada de alcohol, ya que no podemos dar recetas por la diferencia entre hombres y mujeres, la vulnerabilidad y tolerancia (acostumbramiento por el alcohol).
La miembro de FISAC explica qué significa un trago estándar: “Cada bebida servida en su contenedor correspondiente equivale a un trago estándar, es decir, un tarro de cerveza tiene 340 ml (4.5%) de alcohol, en tanto que un caballito de tequila contiene 40 ml y (38%) de alcohol. Aunque se trata de distintos tipos de bebidas con grados de alcohol diferentes y sus recipientes no son iguales, la cantidad de alcohol que ambas contienen es prácticamente la misma: y corresponde a 12 gramos de etanol puro aproximadamente”. En este sentido, una persona que no va a manejar puede beber dos o tres tragos estándar por evento, espaciándolos cada hora, esto es una manera mesurada de ingerir bebidas alcohólicas.
Por otra parte, quien se encuentre bajo los efectos del alcohol, no debe manejar, sino solicitar que alguien lo lleve a su domicilio o quedarse en casa del anfitrión, señala la Lic. Ramos Tejeda. “FISAC recomienda 4000 Taxi, en la Ciudad de México, servicio que proporciona traslados seguros”, agrega.
En cuanto a la puesta en marcha del programa del alcoholímetro, la Lic. Ramos Tejeda señala que sí funciona, ya que salva vidas, por lo que los automovilistas no deben verlo como una iniciativa negativa o buscar la manera de evitarlo, ya que constituye efectiva forma de proteger a la ciudadanía.
Finalmente, la especialista advierte sobre la importancia de saber lo que se bebe, pues “aproximadamente el 40% de las bebidas que se distribuyen en el país son adulteradas o de dudosa procedencia.
“El problema de esta clase de bebidas es que dañan la salud porque son elaboradas con ciertos tipos de alcohol (metílico, butílico, 70o, 96o) que no son aptos para el consumo humano. Por ello, se recomienda asistir a establecimientos reconocidos, pedir factura, conocer la marca, el sabor, olor y color de la bebida de tu preferencia y no acudir a sitios donde haya barra libre, ya que están prohibidas en el Distrito Federal.”
Fuente: SaludyMedicinas