Colaboración de Ana Paula Ordorica
Sucedió en las elecciones del 2006 cuando Vicente Fox quiso frenar a Andrés Manuel López Obrador con el desafuero para que se le juzgara por problemas legales con unos terrenos en Santa Fe.
Se repitió de cara a las elecciones del 2012 cuando AMLO denunció financiamiento irregular en la campaña de Enrique Peña Nieto. Para sustentar sus acusaciones, AMLO envió a los magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) un conjunto de pruebas que sustentaban que debían invalidar la elección.
Entre las pruebas de AMLO estaba un monitoreo de medios de la UNAM en el cual él argumentaba que hubo una actitud tendenciosa y no equitativa en la cobertura de la elección, además del uso de encuestas como propaganda política.
Denunció que hubo compra de votos con despensas y señaló gastos excesivos de propaganda y movilización en la que participaron gobernadores priístas. Sacó las famosas tarjetas Soriana y Monex, que dijo fueron entregadas a funcionarios de casillas para sobornarlos.
Ahora, hacia la elección del 2018, AMLO ya empieza a preparar su discurso de víctima de fraude de las mafias que mueven a México a partir del fallo del TEPJF solicitándole al INE que retire el spot que sacó al aire denunciando los excesos del nuevo avión presidencial. Avión que dice, venderá una vez que llegué a Los Pinos en el 2018.
Me parece que la manera de actuar y de moverse de AMLO es clara y predecible. Lo que queda entonces es cuestionar a quienes pretenden, una vez más, descarrilar la campaña de AMLO por las vías legales olvidando que esto solo enciende más el fuego de su discurso de odio; discurso bipolar de nosotros los buenos y ustedes los malos.
Las reglas nunca le han acomodado a López Obrador. Ni en 1994 cuando perdió la elección por la gubernatura en Tabasco frente a Roberto Madrazo; ni en 1996 cuando tomó los pozos petroleros en ese estado y que llevó a la publicación de aquella portada de Proceso de él con la camisa ensangrentada que lo catapultó a la política nacional; ni en las dos ocasiones que ha buscado la presidencia.
AMLO simplemente no le gustan las reglas. Y ¿qué ha hecho la clase política en las últimas décadas? Aumentar las reglas al grado del absurdo. Es claro que entre más reglas absurdas y coartantes, más herramientas le dan a AMLO para denunciar a ‘la mafia en el poder’ y para que él pueda victimizarse.
Actualmente hay dos reglas que quiere y va a pretender usar AMLO en su favor para denunciar injusticias: la falta de fiscalización en los gastos (de los demás, obvio está) y la tendencia en su contra de las reglas del juego mediático.
Ambas, concuerdo con AMLO, no funcionan. La fiscalización porque ha sido incapaz de señalar cómo paga un político como López Obrador una tercera campaña política que no ha descansado ni en fechas que están ausentes de recursos públicos. ¿Quién y cómo la han financiado? Nadie sabe, nadie supo.
Y las reglas del juego mediático porque pretender que en millones de spots de 30 segundos, que se les regalan a los políticos, se pueda proponer algo medianamente interesante es un absurdo que se traduce en tiempo, dinero y esfuerzo tirado a la basura. Solamente suman leña al fuego de odio de López Obrador.
Faltan 2 años 2 meses para las elecciones del 2018. Estamos a tiempo de corregir el mal camino y a su paso quitarle estas herramientas de denuncia a AMLO. El sistema electoral mexicano debe relajar sus reglas y dejar que las campañas muestren de cuerpo entero quién es quién en la política.
@AnaPOrdorica
1 comentario
Que caray con la srita Ordorica luego se queja de que se queja AMLO, pero su cinismo la traiciona como es eso de:
«Faltan 2 años 2 meses para las elecciones del 2018. Estamos a tiempo de corregir el mal camino y a su paso quitarle estas herramientas de denuncia a AMLO. El sistema electoral mexicano debe relajar sus reglas y dejar que las campañas muestren de cuerpo entero quién es quién en la política.»
Faltan 2 años 2 meses srita Laura, perdón Ordorica; muestre un poco mas de recato y no muestre sus «gustos» por el dinero desde ahorita; porque creer que lo suyo es la imparcialidad es una autentica jalada