Colaboración de Carlos Urdiales
Andrés Manuel López Obrador se ha significado en la historia reciente del país como el político que movió la agenda social de la cosa pública. Por el bien de todos primero los pobres, honestidad valiente, austeridad republicana. Polarizó opciones y propuestas.
AMLO candidato por oficio, activista evolucionado de toma de pozos petroleros en Tabasco, a cajas y plantones denunciando fraude electoral en el Zócalo, líder del PRD, Jefe de Gobierno, a .56 por ciento de la presidencia en 2006, dueño de Morena. Su papel protagónico está garantizado, su triunfo en 2018 no.
La encuesta nacional de El Financiero realizada del 17 al 22 de febrero con entrevistas cara a cara en vivienda a 1,400 adultos en las 32 entidades federativas, tiene un margen de error de +/- 2.6% ubica un triple empate técnico si los candidatos fuesen AMLO (22%), Miguel Osorio Chong (19%) y Margarita Zavala (19%), luego sitúa a Miguel Mancera y Jaime Rodríguez (11% y 9% respectivamente).
Los escenarios cambian al jugar con otros nombres, por el PRI-PVEM Eruviel Ávila, por el PAN Rafael Moreno Valle, ahí AMLO se despega. Faltan otros, Aurelio Nuño o Manlio Fabio Beltrones, pero sobre todo falta tiempo, y a pesar de ciertos escenarios económicos y sociales más o menos predecibles, es necesario esperar el desarrollo cada personaje.
A López Obrador lo persigue su historia, su vocación separatista, tribal, esteparia. A quienes le han allanado caminos, los ha aniquilado, desconocido. Antes de inventarse del lado correcto de su mundo, escribió un himno priista para Tabasco: Avanzar, avanzar con el PRI/ compañeros, avanzar con el PRI/ Libertad, unidad / democracia y justicia social eso es el PRI/ dice el coro.
En fin, ya perredista persiguió lo mismo al ingeniero Cárdenas que a Rosario Robles, cuando sus operadores negros cayeron el siguió de largo. Así es, y será.
Arturo López Obrador vive en Veracruz, ingeniero, uno de los cinco hermanos de AMLO, cuatro de ellos se han distanciado porque dicen, muerde hasta a los de casa. Nada agradece y todo exige. A su hermano jarocho lo castiga por expresar que apoya al candidato del PRI, Héctor Yunes, por eso lo tachó de traidor, de estar por interés y conveniencia del lado de los corruptos.
El lobo estepario está de regreso. Su inconformidad lo inspira para mandar al diablo instituciones, resultados, a ciudadanos con plantones, tomas de avenidas, secuestros que justifica y reivindica, una historia escrita por él que lo absuelve y justifica. A pesar de su autocomplacencia, a López Obrador candidato, sus negativos no lo abandonan, episodios como éste le restan, refrescan memorias, despiertan desconfianzas, animan antipatías.
Las encuestas han comenzado y no se detendrán, las formas y conductas, los antecedentes y discursos que ofrezcan los prospectos irán dibujando ante una ciudadanía más madura y exigente algo más que desplantes y plantones.