El 8 de octubre de 2014, 11 días después del ataque de la Policía de Iguala y sicarios del cártel Guerreros Unidos a normalistas de Ayotzinapa, con saldo de 43 estudiantes desaparecidos, el Centro de Denuncias de la SEIDO recibió una alerta anónima de que los jóvenes se encontraban vivos en un rancho a las afueras de Iguala.
La declaración del agente federal -quien recabó la denuncia anónima- se encuentra en el Tomo 26 de la versión pública del Expediente Ayotzinapa e indica que los normalistas, al menos 13 de ellos, permanecían en cautiverio en un lugar conocido como Rancho Montoya, ubicado en la colonia Tijerillas de Iguala.
A la denuncia se le asignó el folio CEDAC-078897 y fue realizada por una mujer quien relató al agente: “para reportarle que de los muchachos desaparecidos se los llevaron a colonia Tijerillas en el Rancho Montoya y están involucradas varias personas que viven en la colonia Genaro Vázquez que venden cocaína, uno que vive mero en la parada de combis”.
La versión pública del expediente tiene tachados los nombres de las personas que la mujer señaló como captores de los estudiantes y sólo se lee que eran narcomenudistas.
Luego de escuchar la denuncia, el agente federal realizó diversas preguntas, en las cuales, la mujer describió la venta de cocaína en Iguala a través de puestos ambulantes y transporte público y reveló que los acusados de llevarse a los estudiantes la noche del 26 de septiembre de 2014 eran conocidos narcotraficantes de la zona.
El agente federal le cuestionó si sabía el motivo por el que los normalistas fueron privados de su libertad, en su respuesta, la mujer indicó: “no lo sé, pero fueron ellos los que estuvieron involucrados en eso, todo mundo los vio”.
La denunciante anónima involucró también al expresidente de Iguala, José Luis Abarca, y su esposa, María de los Ángeles Pineda Villa, en la desaparición de los estudiantes de Ayotzinapa, “estaban aliados, él les dijo llévenselos, llévenselos”, expresó.
Ante la insistencia del agente federal para indagar sobre la participación de Abarca y su esposa en la delincuencia organizada, la denunciante le confesó que la mayoría de habitantes de Iguala conocían que el exalcalde era parte del cártel Guerreros Unidos. “Están relacionados con la venta de droga y con la maña (…) tenemos hartito conociendo a esas personas pero no denunciamos por miedo”.
La mujer manifestó que fue testigo del ataque a los estudiantes y por eso conocía que los habían llevado con vida al Rancho Montoya. “Los policías los detuvieron y también se los llevaron, les empezaron a disparar a los jóvenes, no llevaban armas, no pudimos hacer nada para detenerlos, teníamos miedo, tenemos hijos y nos amenazaron que si decíamos algo, nos matan”.
El agente federal le pidió que le diera los detalles de dónde estaban los estudiantes y si todavía estaban con vida, la mujer repitió que en el Rancho Montoya, ubicado en la colonia Tijerillas, y antes de que pudiera continuar, asentó: “una persona acaba de llegar a mi lado y no se va, le está haciendo señas a otro, es mejor cortar, tengo miedo”.
Fuente: Vanguardia