La tasa de homicidios en EU está íntimamente ligada a la prohibición: baja a principios del siglo XX, muy alta cuando la prohibición del alcohol, baja al regularse el alcohol, y un repunte espectacular en los setenta, cuando se intensifica la guerra contra las drogas.
La ONU sigue insistiendo en la guerra con el lema de un mundo “libre sin drogas”. Es una tontera que nos ha creado adicciones, muertes y corrupción en todo el mundo. Aunque este enfoque empieza a cambiar.
Sólo el 10% de los consumidores de cualquier droga –prohibida o no prohibida– llegan a tener problemas; los demás pueden hacer una vida normal.
Ese 10% con problemas, generalmente tienen un problema sociofamiliar, una desconexión social-emocional que debe ser atendida de esa manera.
No debemos satanizar sustancias. El problema no está ahí y no ayuda enfocarlo de esa manera.
El 20% de los soldados en Vietnam consumían heroína; sin embargo, al regresar a sus hogares, el 95% dejó de consumir la heroína. De nuevo, el “gancho” a la droga no es químico, sino relacionado con una carencia emocional, personal o social.
El caos es lo que tenemos ahora; lo que podemos hacer es regular para encontrar el orden. Las madres mexicanas deben entender que sus hijos estarían mucho, mucho más protegidos con la regulación.
¡Qué México tan diferente habría si tuviéramos la política de Salazar/Cárdenas! (El doctor Leopoldo Salazar Viniegra convenció a Cárdenas de no hacer caso a EU y no hacerle una guerra a los consumidores y a las sustancias, porque eso le daría poder a las mafias.)
¿Y los legisladores cómo respondieron?
Algunos ya habían leído el libro y otros se mostraron de acuerdo con las observaciones de Hari. Desafortunadamente, aún estamos muy lejos de un debate serio y racional en el Congreso. Los políticos evaden el tema porque la sociedad aún no lo entiende.
También lo evaden los medios de comunicación, los académicos y la mayoría de las ONG. Sigue siendo un tema tabú, y Johann tiene razón: a la sociedad mexicana le falta información y hay que dársela para contrarrestar la propaganda de guerra, pero quizá son las madres mexicanas quienes deben entenderlo: ellas pueden hacer el cambio. El cambio –insiste– no va a venir por parte de los políticos, sino de los ciudadanos. Así fue en Suiza, en Portugal, en Colorado y en Washington.
Fuente: Forbes