En la noche salvaje de Iguala del 26 al 27 de septiembre de 2014 fueron atacados cuatro autobuses en los que viajaban estudiantes de la escuela de Ayotzinapa. De dos de ellos se llevaron a dos grupos que suman 43 víctimas del caso: 42 desaparecidos y uno identificado por ADN. Hasta aquí no hay duda.
La duda, según el informe de expertos de la OEA, tiene que ver con un quinto bus que también llevaba alumnos de la escuela pero no fue atacado, sino detenido por policías armados, desalojado de estudiantes que salieron corriendo por los cerros y a la postre arrumbado en el expediente como un elemento insustancial.
La sospecha de los expertos es que tenía demasiada sustancia. Una sustancia que podría ser heroína, la droga reina del Estado mexicano de Guerrero, vivero del mercado negro de Estados Unidos, a donde las pesquisas de la OEA indican que se envían cargamentos de una manera que «podría haberse cruzado», como se cruzan los destinos mortales, con la manera en que los estudiantes de Ayotzinapa, antiguo bastión de la pedagogía marxista rural, solían solucionar su falta de recursos para ir a manifestaciones: los narcos mandan sus alijos hacia el norte escondidos en buses y los estudiantes los confiscan para desplazarse.
La hipótesis es que en la noche de Iguala heroína e ideología viajaron en el mismo autobús. Que eso no lo sabían los estudiantes que se llevaron de la central camionera ese bus que no les pertenecía para acudir a México DF a la manifestación por la matanza de Tlatelolco. Y que sí lo sabían otros que no estaban en dispuestos a que ese bus fuese a ninguna manifestación.
El problema con el que se encontraron los expertos es que la Fiscalía (Procuraduría General de la República, PGR) no había tratado este autobús como objeto de investigación. El vehículo aparecía «consignado» en el expediente pero –a efectos de las pesquisas– con el mismo valor que un montón de chatarra: «(…) y el tercer camión el cual fue destrozado [por los estudiantes] y dejado a las afueras de la Central Camionera». Los investigadores pidieron más información y les entregaron una declaración del chófer de junio de 2015 en la que decía que los estudiantes al salir de la central habían abandonado el bus porque no funcionaba. Sin embargo, después encontraron en el expediente un manuscrito del chófer de la misma noche del crimen en el que contaba que Policías Federales los habían parado, habían dejado ir a los jóvenes y a él le habían ordenado seguir su camino, versión coincidente con el testimonio de los estudiantes que estuvieron en ese vehículo. Pero la confusión sobre el bus no acaba ahí.
Los expertos consiguieron vídeos de aquella noche de la central e identificaron el autobús. Cuando después la Fiscalía les informó de que podían ver en persona el vehículo de la discordia no fueron capaces de determinar si era el mismo que el de las borrosas imágenes de vídeo. Pidieron ayuda a un perito canadiense y el especialista concluyó que había demasiadas diferencias de detalle como para poder confirmarlo. Otro elemento inconexo es que en el registro de la empresa sobre la actividad de ese autobús el 26 de septiembre se indica que cumplió con normalidad su ruta sin mencionar que había sido tomado por estudiantes.
Los expertos de la OEA han recomendado al Gobierno mexicano que investiguen a fondo lo que ocurrió con el misterioso quinto autobús, un punto de enredo que sintetiza los lastres de errores de instrucción y sombras de impunidad que envuelven al caso Ayotzinapa.
Fuente: El País
1 comentario
No importa si cae el Gabinete, o si cae el gobierno de Peña Nieto, pero es necesario llegar hasta las últimas consecuencias en la búsqueda de los culpables del crimen de Ayotzinapa. Es hora de que el país sepa cual es nuestra condición real.