Sólo la investigación puntual de la PGJDF podrá determinar por qué ocurrió el múltiple asesinato de la Narvarte.
Sin embargo, Miguel Ángel Mancera y Rodolfo Ríos Garza están metidos en un callejón; el pavoroso caso tiene espinas.
La opinión pública genera presión extraordinaria al sentenciar un prejuicio sumario contra el gobernador de Veracruz ante los antecedentes persecutorios denunciados en su momento por el foto periodista Rubén Espinosa y la activista Nadia Vera. Los otros tres feminicidios colaterales no son menos relevantes.
La Procuraduría capitalina investiga cualquier indicio, incluida la línea que apunta al Palacio de Gobierno de Xalapa; no puede ceder ante las voces que demandan –aún sin pruebas– el linchamiento del mandatario veracruzano.
–¿Qué pasará si la investigación del gobierno de Miguel Ángel Mancera determina que los hechos fueron derivados de delitos del fuero común y no hay indicios de un crimen en contra de la libertad de expresión?
–Pues la CDMX aparecería como escenario de la operación de bandas criminales, lo cual lastimaría la imagen de la “ciudad segura”, o bien, podría darse salida a la presión social diciendo que las investigaciones apuntan a sicarios contratados por poderes fácticos “jarochos”, sin señalar ni al gobierno ni al gobernador Duarte en particular. La ciudad seguiría siendo –aparentemente– segura y el fuego purificador dejaría en cenizas las sospechas con nombre y apellido.
Hasta el momento nada liga a la administración de Javier Duarte ni al mandatario quien nos dijo: “total y categóricamente, no tengo absolutamente nada que ver en este lamentable suceso (…) esto pasó en el DF, no en Veracruz”. Deslinde cierto y también oportunista, al cual –por ahora– es difícil llevarle la contra.
La única salida es una indagatoria sin miramientos ni prejuicios, con estricto apego jurídico como presumen el doctor Mancera y su Procurador. Apegarse sólo a la verdad descubierta, a la verdad verdadera, aún a riesgo de ir en contra de lo que ante los ojos de muchos –cual sea el resultado– será la verdad sospechosa.
EL MONJE LOCO: Ya pasó un mes, y las investigaciones para dar con todos los responsables de la fuga de “El Chapo” son incompletas; conforme pasa el tiempo, la recaptura del líder del Cártel de Sinaloa será más difícil. Detrás del gran escape sin duda hubo traición y corrupción. La inusual recompensa de 60 millones –ofrecida por la PGR para recapturar al capo– aún no alcanza para comprar soplones.