Roma es hoy el centro de atención del mundo, donde 133 cardenales se han reunido para elegir al sucesor del fallecido Papa Francisco, en una decisión que marcará el rumbo de los 1,400 millones de católicos. El cónclave arrancará este miércoles en la emblemática Capilla Sixtina, donde los cardenales votarán bajo estricto aislamiento: sin teléfonos, internet ni contacto con el exterior.
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El proceso, que combina tradición medieval y debate moderno, podría extenderse hasta varios días, con un máximo de cuatro votaciones diarias. El elegido necesitará al menos dos tercios de los votos (89) para convertirse en el nuevo Pontífice.
Este será el cónclave más internacional de la historia, pues muchos de los votantes provienen de regiones antes marginadas por la Iglesia, gracias a las designaciones de Francisco. Aunque no hay claros favoritos, se mencionan nombres como Pietro Parolin (Italia), Mario Grech (Malta), Jean-Marc Aveline (Francia) y Luis Antonio Tagle (Filipinas).
Desde la plaza de San Pedro, miles de fieles y millones en todo el mundo seguirán atentos la emblemática chimenea que anunciará el resultado: humo negro si no hay acuerdo, humo blanco si hay un nuevo Papa.
Los cardenales coinciden en que el futuro líder debe ser “un pastor cercano a la gente, puente y guía en un mundo en crisis”. Los católicos esperan una figura de unidad que continúe, aunque no necesariamente revolucione, el legado de Francisco.