Esta madrugada se tardará un instante más en pasar al día 1 de julio. El ajuste corrige un desfase entre el tiempo medido en relojes atómicos y el medido en función de la rotación terrestre
Ni siquiera el tiempo se libra de la autoridad de los técnicos y sabios. Y es que, el Servicio Internacional de Rotación de la Tierra y Sistemas de Referencia (IERS), una de los organismos responsables de la medición y la distribución del tiempo, ha decidido que el año 2015 debe ser un segundo más largo para compensar las «imperfecciones» de la rotación terrestre.
Este segundo extra se añadirá justo antes de la medianoche de hoy, 30 de junio, cuando los calendarios estén a punto de cambiar al 1 de julio. Y el objetivo es, según dicen, mantener a los precisos relojes atómicos «en hora», en relación con la rotación de la Tierra, ya que la escala de tiempo de estos artilugios es más estable y fiable que la basada en el movimiento de nuestro planeta.
El segundo adicional se agregará al Tiempo Universal Coordinado (UTC) y permitirá evitar que las escalas de tiempo de los relojes atómicos y del tiempo medido en función de la rotación terrestre se separen cada vez más.
Existe un continuo debate sobre si se debe abolir o no el segundo intercalar y permitir que la hora atómica se separe poco a poco de la hora solar. Algunos países han propuesto eliminar esta medida por las dificultades que suponen para los sistemas que dependen de la sincronización exacta, como los sistemas informáticos e internet, y el tiempo y el esfuerzo necesarios para programar los equipos de forma manual, con el consiguiente riesgo del error humano.
Para crear el UTC se genera primero una escala de tiempo secundaria, conocida como «tiempo atómico internacional» (TAI): el UTC sin segundos añadidos o quitados. Cuando se instituyó el sistema en 1972 se determinó que la diferencia entre el TAI y el tiempo real de rotación de la Tierra era de 10 segundos. Desde entonces se han añadido segundos en intervalos que van de seis meses a siete años, y el más reciente se agregó el 30 de junio de 2012.
Los relojes atómicos, basados en las vibraciones dentro de los átomos, son los más exactos que existen. En 2013, un par de relojes atómicos experimentales basados en átomos de iterbio establecieron un nuevo récord por su precisión. Diseñados en el estadounidense «National Institute of Standards and Technology» (NIST), funcionan como péndulos o metrónomos que podrían dar la hora de forma adecuada desde los últimos 21 siglos. Los físicos del NIST han explicado que es «más estable que cualquier otro reloj atómico». De hecho, su actividad es unas 10 veces mejor que cualquiera de los resultados presentados para otros relojes de estas características.