Unas dos mil personas iniciaron el «viacrucis del migrante», una movilización que se realiza anualmente en Chiapas, con motivo de la Semana Santa para denunciar la «crueldad» de las políticas migratorias.
Con un migrante cargando una cruz de madera bajó una temperatura de 40 grados y liderados por el sacerdote Heyman Vázquez, los participantes partieron al amanecer de un parque de Tapachula, cerca de la frontera con Guatemala, rumbo al municipio de Huixtla, la ruta que siguen cotidianamente miles de ellos para llegar al extremo norte de México y entrar en Estados Unidos.
Al frente de la movilización, que se organiza desde 2010, sobresale una pancarta en la que se lee «asesinos de migrantes pobres».
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«El migrante sigue sufriendo el calvario que sufrió Jesús», dijo Vázquez, párroco de una iglesia que brinda ayuda humanitaria a los extranjeros que llegan a Chiapas tras cruzar el río Suchiate desde Guatemala.
El religioso denunció ante periodistas que los migrantes son víctimas de una «crueldad» reflejada en robos, secuestros y extorsiones por parte de delincuentes y autoridades, que a menudo los obligan a descender de los autobuses para realizar su largo trayecto a pie.
Miles de migrantes que huyen de la violencia y la pobreza se agolpan en Tapachula a la espera de permisos para transitar por México sin ser deportados, y a menudo organizan movilizaciones para apresurar la entrega de dichos salvoconductos.
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Algunos de los participantes en la movilización aseguran que su objetivo es llegar a Ciudad de México, pero generalmente estas marchas se desintegran por lo extenuantes que resultan y a medida que las autoridades entregan los permisos mientras están en camino.