Actualmente, el desarrollo de las vacunas contra el Covid-19 se enfoca en tres tipos principales:
–> Vacunas de ARN
Las vacunas de ARN de Pfizer/BioNtech y Moderna se basan en el genoma del coronavirus que codifica para la proteína S, nombrada así por la forma de especula que tiene, y que forma un papel fundamental en la infección. Esta parte del código genético ARN del virus se recubre con un lípido para que puedan ingresar al cuerpo. Dicho fragmento del virus les dice a las células lo que deben hacer para poder tener una respuesta inmunitaria.
Al recibir esta información en la vacuna, el sistema inmunológico produce anticuerpos y activa los linfocitos T, células especializadas del sistema inmune que fungen como mediadores de la respuesta inmune. Cuando el cuerpo de la persona detecte el ingreso de coronavirus, los anticuerpos y las células T se activarán para combatirlo.
Esta vacuna se aplica en dos dosis. Se estima que protege a más del 90 por ciento de las personas de desarrollar síntomas de Covid-19.
–> Vacunas de subunidades proteicas
Estas vacunas utilizan un fragmento proteico del virus, en lugar de todo el virus para despertar la respuesta inmune. Una vez vacunados, nuestro sistema inmunitario reconoce que las proteínas son ajenas a nuestro organismo y comienza a crear linfocitos T y anticuerpos. Si nos llegamos a infectar, las células reconocerán al virus y lo combatirán.
Las subunidades suelen ser las especulas, el componente del virus que genera más defensas o partículas similares al virus a las que se les integra la especula pero no llevan consigo material genético capaz de infectar.
También pueden utilizarse partículas simuladoras de virus, que no son infecciosas ni contienen material genético. Al no poder replicarse proveen una alternativa segura. Las vacunas que usan subunidades de proteínas son similares a la tecnología utilizada en vacunas contra hepatitis B y herpes.
–> Vacunas de vectores
Estas vacunas contienen una versión debilitada del virus vivo, un virus diferente del que causa el Coivid-19, con material genético del virus incorporado, a lo que se le llama vector viral. Una vez que este vector está en las células del cuerpo, el material genético les da instrucciones a las células para que produzcan una proteína que es exclusiva del virus que causa el Covid-19. Con estas instrucciones, nuestras células hacen copias de la proteína. Esto despierta en nuestro organismo una respuesta y empieza a crear linfocitos T y linfocitos B que recordarán cómo combatir el virus.
La vacuna Sputnik V se basa en el vector adenovirus, que normalmente causa infecciones virales agudas. En cada vector se inserta un gen que codifica la proteína S de las espinas del virus Sars-Cov2, mismas que forman la “corona” que da nombre al virus.
El primer vector con un gen que codifica la proteína S del coronavirus penetra en la célula, de esta manera el cuerpo puede sintetizar la proteína S lo que comienza a generar inmunidad. La segunda vacunación se repite en 21 días, una dosis basada en otro vector de adenoviral desconocido para el cuerpo estimula la respuesta inmunitaria y proporciona inmunidad a largo plazo.
Los ensayos clínicos de esta vacuna estiman que su eficacia es de un 91.4 por ciento.
Bajo el mismo modelo se ha desarrollado la vacuna de Oxford-AstraZeneca. La vacuna es un virus de la gripe común genéticamente modificado para evitar que cause una infección en las personas y para llevar información de la proteína S del coronavirus. Una vez que el cuerpo reconoce esta proteína, el sistema inmunológico la atacará.
Fuente: El Sol de México