El reloj marca las siete de la mañana con 10 minutos cuando el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, aparece por la puerta. El salón Tesorería de Palacio Nacional, en el Zócalo de Ciudad de México, está lleno de periodistas somnolientos que miran cabizbajos sus teléfonos. La aparición del mandatario hace que espabilen y aprieten el botón para comenzar a grabar en sus móviles, sujetados en palos de selfie. El espectáculo está por comenzar.
-“Buen día. Ánimo”, dice López Obrador pasos antes de llegar al atril con el escudo de la bandera nacional.
El presidente elige una mano alzada en la primera fila, de donde toma casi siete de cada diez preguntas que le hacen diariamente. Un hombre joven se pone de pie y se presenta a sí mismo como El Púas, redactor de la web satírica El Deforma. Quiere que López Obrador le describa en los términos de su deporte favorito, el béisbol, sus primeros 100 días como presidente de México.
Esta semana, Spotify ha hecho disponibles los 4.662 minutos de audio de las conferencias, que componen ya un cuerpo de obra que se acerca al medio millón de palabras. Estas son algunas de las que ha repetido:
«Corrupto», «corrupción»: 591 veces.
«Pueblo», «pueblo bueno»: 359 veces.
«No tengo el dato», «no sé», «no tengo esa información»: 90 veces.
«saqueo», «saquear»: 61 veces.
«Benito Juárez», uno de sus referentes: 26 veces.
«Neoporfirista», en referencia a los conservadores: 22 veces.
«Peña Nieto»: 21 veces.
-“Ya inició la temporada y estamos arriba con más juegos ganados que perdidos… Vamos a ganar sin problema, a cepillar a los del otro equipo, a los del equipo conservador, a los fifís”, responde.
Esa fue la primera de las diez preguntas que el mandatario tomó aquella mañana en algo más de una hora. Era la conferencia 66 desde que asumió el poder el pasado 1 de diciembre. A lo largo de sus primeros 100 días, López Obrador ha convertido este encuentro con la prensa –de lunes a viernes a las siete de la mañana—en un evento con iguales dosis de mitin, espectáculo y tribuna desde donde agita a sus simpatizantes y fustiga a sus adversarios, a los que gusta calificar de “conservadores” y “fifís”, un término despreciativo para las élites. En tres meses de gobierno ha pronunciado estas palabras 81 veces. “Neoliberal”, otro vocablo muy recurrido, lo ha dicho más de 130 ocasiones.
“El presidente piensa que puede administrar la agenda”, asegura Luis Estrada, director de Spin, una agencia de consultoría. Este politólogo ha seguido de cerca un fenómeno único en el mundo. Hasta este viernes, el líder del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) había ofrecido más comparecencias a la prensa que las registradas en las presidencias de ocho años de Barack Obama, Bill Clinton y George W. Bush. “A este ritmo superará las 1.200 conferencias hacia el final del sexenio. Lo veo muy complicado”, agrega Estrada.
La influencia que tienen las apariciones diarias de López Obrador, cuya aprobación es del 70%, sobre la agenda mediática es un asunto en disputa. El jueves, el presidente habló de la cancelación de un proyecto inmobiliario en una zona militar al poniente de la Ciudad de México. Minutos antes de las ocho de la mañana, cuatro de los principales periódicos mexicanos ya habían lanzado alertas digitales con la opinión del presidente sobre ese tema. Al día siguiente, solo dos diarios llevaron a sus portadas la cancelación del proyecto, aunque otro par de medios replicaron dos temas más de la conferencia.
El conteo de Spin, sin embargo, limita el supuesto poder del ritual. Solo 51 de 413 noticias publicadas en las portadas de los siete diarios más importantes del país desde el 4 de diciembre habían recogido temas impulsados desde las “mañaneras”, que en ocasiones son los únicos eventos públicos realizados por el presidente en la jornada.
La dispersión de temas es provocada, en una parte, por los periodistas acreditados. El 40% de las preguntas que se le hacen al presidente son hechas por medios digitales sumados al evento por el nuevo Gobierno en un esfuerzo de democratización. Sin embargo, algunos de estos periodistas trabajan para oscuras plataformas. Entre ellas la desconocida revista ¡Es cuanto!, que tiene 11 seguidores en Twitter y 86 en Facebook y el blog Oro Sólido, cuya representante ha hecho 13 preguntas a López Obrador para una web cuya información son teletipos de la bancada de Morena y que parece ser llevada por una sola persona.
Los reporteros de grupos consolidados de televisión, radio y periódicos, consideran que la presencia de este tipo de medios evita la interpelación al presidente. “Nadie le cuestiona nada”, consideraba este jueves Irving Pineda, un reportero de Televisión Azteca, la segunda televisora más importante del país. “Antes podías repreguntar, pero las plataformas han limitado todo esto porque tienen una agenda paralela”, agrega.
Esta dinámica ha llevado al mandatario mexicano a convertirse en un todólogo que puede hablar, en un mismo día, sobre una investigación por corrupción, el precio de la carne, el saqueo de los gobiernos neoliberales, la evasión de impuestos de grandes empresas y las ventajas de cada una de las dos ligas de béisbol que hay en México. Su voz manda sobre los problemas del país: en las últimas ocho conferencias ha ido a cinco solo, sin hacerse acompañar de miembros de su Gabinete.
“Hay una descoordinación entre los periodistas. El presidente la conoce y se aprovecha de ella. Esa es la razón principal para hacer las conferencias… Con una prensa coordinada y preguntas rudas no hay forma de salirse. No saldría todos los días”, considera Estrada, quien fue portavoz en la secretaría de Gobernación en 2009 y 2010, durante la Administración de Felipe Calderón, un presidente que dio cuatro conferencias de prensa en 2012, su último año de mandato.
López Obrador seguirá pareciendo, en sus conferencias, un candidato en campaña hasta que finalice la luna de miel. A 100 días de Gobierno esto aún parece lejano. Hasta entonces, será la voz del presidente la que más resuene en el salón Tesorería de Palacio Nacional.
Fuente: El País