Carlos Ferreyra
Con solicitud de perdón a don José Rubén Romero por piratearle la mitad del título de su novela dedicada al inolvidable Pito Pérez, personaje emblemático en la zona que abre hacia tierra caliente a partir de Sahuayo y con especial mención a Tacámbaro.
De plano no se me ocurre mejor cabeza para un texto que pretende comentar el arribo de los nuevos legisladores a ambas cámaras. Al Congreso, pues.
Lo razono: senadores y diputados, a los que se critica porque la mitad no cuenta con maestría, doctorado e incluso licenciatura, nos son quienes elaboran las propuestas legislativas. No, se encargan de tal tarea los asesores que en el caso de la presuntuosamente autotitulada Cámara Alta, ascienden a la nada despreciable cantidad de mil 500 “especialistas” que rodean a los senectos y les indican procesos y sugieren temas.
No es un cuento. En la diputación, lo hemos comentado muchas veces, hay una apreciable señora, doña María Elena, que se sienta o se sentaba atrás del presidente en turno, al que iba pasando papelitos con instrucciones del siguiente paso en la sesión.
Los noveles legisladores desconocen totalmente los procedimientos institucionales, como ya se vio en la toma de protesta de los diputados, donde corean al mandatario en turno, así sea Peña Nieto antes, hoy don Peje al que organizaron una vergonzosa porra digna de plaza pública pero no de un órgano deliberante.
Debemos dar por perdida, desde ahora, la independencia teórica de uno de los tres poderes. Y no esperaremos muchos para comprobar que el Poder Judicial también está a disposición del tlatoani.
Tenemos en el Congreso un total de 628 legisladores que se integra con 500 diputados, de los cuales sólo 300 elegidos por los votantes en forma directa. El resto son consecuencia de la votación obtenida por sus partidos y, por tanto, privilegio de sus dirigentes que se apropian de curules y escaños.
En el Senado que por ser único no puede ser “de la República”, hay 128 sujetos que representan al Pacto Federal. Originalmente eran 64 o sea dos por entidad federativa, lo que parece correcto y desde luego lógico y manejable.
Con los senadores de partido, de representación o como se llamen, subieron de dos a cuatro los representantes pero ya no del Pacto Federal porque hoy, para entenderlo bien, tenemos a un señor sin partido, renegado cuando le conviene y amarillo a conveniencia, Miguel Ángel Mancera, Ternurita, que siendo detritusdefecalense fue arropado por el PAN y nombrado senador azul por por Chiapas. Mancera como es normal, se agandalló la posición y se largó a encabezar a los amarillos. No es cosa de dejar las prebendas económicas al encabezar una “fracción parlamentaria” en un país donde no hay parlamento.
O sea, existe un desorden total e ignorancia de qué representan o a quién representan los senadores actualmente. Lo que significa, ciertamente, una duplicidad de funciones con los diputados por lo que es obvio que se convirtió en un organismo inútil, inservible, obsoleto y muy prescindible.
Podemos decirlo así, de plano: la culpa de este desorden legislativo es de don Jesús Reyes Heroles, que de acuerdo con el presidente José López Portillo pensó necesario abrir paso a la oposición a fin de airear el manejo de las leyes introduciendo ideas novedosas y perspectivas desde las minorías.
Par de zoquetes (entrañables por inteligentes): nunca intuyeron que en nuestros genes están agandalle, aprovechamiento y el eterno mandamiento: no quiero que me den, sino que me pongan donde hay.
Con los toros de regalo, los que entraron gracias a las modificaciones a las normas legislativo–electorales, se diseminó el virus de la ambición sin límites.
Hoy, cuando llega un grupo con mayoría puede modificar o imponer su ley o sus leyes, es momento de sacar de las cámaras a los siempre eternos legisladores que se repiten en sucesión de continuidad a veces interrumpida porque ceden el paso a un familiar o a otro de los dueños de su partido.
Las tribus perredistas, apabulladas por la realidad de una existencia pegada a la ubre del gobierno capitalino, luchan por el control de lo que queda: liquidación de propiedades y declaración de inexistencia del partido. Pero son muchos los dineros en juego… y a eso van.
Varios grupos tratan de quedarse con los despojos: Vanguardia y ADN a la cabeza mientras el nunca perredista, Miguel Ángel Mancera Espinosa (MAME por iniciales, Ternurita según la voz popular), se relame los bigotes, cuenta su tesoro y vigila que se sumen las nuevas fuentes para aumentar su caudal.
Al PRD, que se lo lleve Candingas, no es del interés de Mancera como tampoco lo fue el Distrito Federal.
y a fuer de honestos, creo que ese partido no es del interés de nadie. Como tampoco lo ha sido el Verde, cuyo propietario, ex senador, ex diputado, nuevamente senador y sujeto que nunca aportó ni siquiera una visita a la tribuna, sobrino del doctor Simi, ya anunció que después de haber sido patiño del PAN, regresó a la entrepierna de los tricolores pero ahora será morado: declaró su amor por AMLO. No garantiza virginidad…