Diario de un Reportero
Ramsés Ancira
En el mes de mayo Isabel acudió a la sucursal del IMSS en Avenida Coyoacán porque cuando se registró en el Seguro Social en 1974, hace ya más de dos terremotos, la inscribieron como Ma. Isabel y no como María Isabel que es su nombre completo. Este gobierno sospechosista consideró que no era la misma persona de manera que le exigió un trámite de homologación de cuentas y Clave Única de Registro de Población.
Para ello le exigieron las hojas rosas de todos los trabajos en los que hubiera estado afiliada. A pesar de sus 60 años, muchos cambios de domicilio en más de 40 años y no tener conocimientos de archivística, Isabel logró rescatar de una montaña de papeles (entre los que se encuentran misales, fotografías, oraciones a quien sabe cuántos santos y catálogos de zapatos y perfumes que vendió para sobrevivir cuando no pudo conseguir trabajo formal) suficientes hojas rosas para demostrar que trabajó, afiliada al IMSS, de los 17 a los 34 años de edad.
Pero esta vez ya no acudió a la misma subdelegación del Seguro Social, sino que con la ayuda de otros realizó el trámite por internet, que se supone tomaría 90 días. Con ese comprobante volvió cinco meses después para que le informaran cuántas semanas cotizó. Antes lo intentó por Internet, pero el sistema respondió que con ese número no se habían cargado aún los datos, por lo que tendría que acudir de nueva cuenta a la delegación de Plaza San Jacinto.
Así lo hizo con el documento que comprobaba la homologación de claves, pero los empleados de ventanilla le argumentaron que como no se sabía cuál de estas era la correcta, tenía que volver a juntar todas sus hojas rosas y un atemorizante formato de varias páginas. Atemorizante para cualquiera, pero más para quien solo concluyó la secundaria en el Instituto Nacional para la Educación de los Adultos.
Isabel protestó y pidió hablar con el jefe de la oficina, la pasaron con el subjefe y este dijo que no era cierto, que en el mismo documento sí señalaban la clave correcta de afiliación al IMSS. Volvió a la ventanilla… donde le respondieron otra vez que no, que debía llevar otra vez todos sus comprobantes de trabajos.
Inconforme Isabel nuevamente acudió y fue recibida por la verdadera jefa de la oficina, pero al final siguió siendo inútil, tendría que volver a buscar sus comprobantes y esperar otros 90 días, a pesar de que en el primer trámite de homologación, el IMSS ya había recabado todos los datos necesarios.
Pero además como sus primeros sueldos fueron con tres ceros más, ya que fueron pre Salinas de Gortari, lo más probable es que la pensión fuera insignificante, por lo que le recomendaban trabajar por lo menos año y medio más para obtener su pensión.
¿Y si trabaja por su cuenta y cotiza voluntariamente hasta que se cumpla este requisito? Le responden que no, que un patrón la tiene que contratar ¿En México y a los 60 años?
Las aportaciones voluntarias, le dicen, se cancelaron en el mes de febrero del sexto año de gobierno de Peña Nieto, mismo año en el que el poder legislativo dispuso de 14 mil millones de pesos, gran parte de los cuales fueron destinados al PRI y al PAN.
Si Isabel hubiera ahorrado mil pesos a plazo fijo cuando se afilió al IMSS ya debería tener una cantidad millonaria a pesar de los avatares con los ceros. Se supone que todo el dinero en su favor fue depositado en una cuenta concentradora de Afore XXI que crea intereses mayores a la inflación. ¿Cuánto dinero es esto? El IMSS no le quiere decir.
Si hubiera ocurrido al revés, si ella hubiera quedado a deber 100 pesos a una tarjeta de crédito y no hubiera pasado a cuentas incobrables, con los intereses sobre intereses, ese banco ya tendría para pagar sin ningún apoyo los costos de la reconstrucción de los sismos de septiembre de 2017.
En este momento el Seguro Social tiene una campaña millonaria para presumir avances en la atención de urgencias y la realización de cirugías en fin de semana; pero en lo que se refiere al pago de las pensiones, el trámite es una pesadilla.
Hace menos de dos meses hice una felicitación pública a un funcionario del IMSS San Jacinto por el gran interés que mostró por rastrear todos los empleos que he tenido desde 1978 para poder entregarme la unificación de claves, ya que la UNAM volvió a afiliarme en mi carácter de estudiante y me proporcionó otro número distinto.
Además, en 1978, cuando tuve mi primer empleo, todavía no se empleaba la Clave única de Registro de Población que ahora es indispensable para los trámites en el IMSS. El 29 de septiembre recibí por correo electrónico la notificación de que ya había concluido el trámite y podía acudir a la Afore que deseara para transferir mis recursos.
Pero de la misma manera, cuando intenté saber a cuanto ascendían estos ahorros me respondieron que no había nada capturado con mi nueva clave, por lo que tendría que regresar a San Jacinto ¿y esperar otros 120 días para que el IMSS vuelva a buscar los documentos que ya había localizado?
Odiar no es un buen consejo. Es mejor denunciar. Finalmente ya habrá oportunidad de recordar todas las vueltas y la burocracia cuando tengamos enfrente la boleta electoral y no crucemos los emblemas ni del PRI, ni del PAN, los dos únicos partidos que han gobernado el país en el último siglo.