Claudia Luna Palencia
@claudialunapale
Sin lugar a dudas el gran culpable es el Brexit, su daño es inconmensurable, es mucho más profundo de lo que se analiza en apariencia porque únicamente se aborda el impacto económico-financiero y los daños colaterales en los desplazamientos de los comunitarios inmigrantes que laboran o hacen negocios en Reino Unido.
El resultado de este referéndum (23 de junio de 2016) se convirtió en un pretexto de indocilidad, un levantamiento de David contra Goliat, un mensaje claramente interpretado para romper el molde y empecinarse para ir a contracorriente.
Su consumación en la votación avalada por la ciudadanía inglesa ha servido para envalentonar a los atávicos y viejos nacionalismos europeos totalmente contrarios a la pertenencia y a la unidad –de concordia y paz- de la que tanto presume la UE.
Y aunque nadie sabe, bien a bien, hacia dónde derivará en el futuro inmediato y de largo plazo la ruptura inglesa con el cónclave europeo, lo evidente es que la defensa de lo local y de la identidad propia contra el extraño dinamiza el eje de la ideología política de grupos extremos que además empiezan a ganar una importante cuota de representación popular en los parlamentos.
No en balde los planes de la Comisión Europea están viéndose empañados por varios escollos: 1) La incertidumbre de la salida definitiva del Reino Unido, en plazos concretos y costos; 2) la insurrección en Cataluña con el Govern avanzando hacia el inminente anuncio de la independencia de España; 3) la dificultad para formar Gobierno y contar con las fuerzas sociales y del Legislativo en los casos de Francia y Alemania.
Punto por punto, el Brexit, ha sido una maldición y la primera ministra Theresa May cada día figura más rebasada tanto por los acontecimientos internos como por la negociación externa de la ruptura total con Bruselas.
Recientemente en Reino Unido, Jeremy Corbyn, líder del Partido Laborista, se lanzó descarnadamente a la yugular de May y le ha dicho con ese british flemático que si no puede con el paquete que entonces se haga a un lado; y es que están prácticamente inmovilizados no van ni para adelante ni para atrás.
En Manchester se ha dado cita una de las marchas multitudinarias más importantes exigiendo que Reino Unido permanezca en la Unión ya con el presentimiento en el cuerpo de que habrá un costo interno no nada más en la libra (en el último año la moneda se ha devaluado un 17%) sino en la salida de varias grandes empresas que buscarán relocalizarse geográficamente en el Continente y bajo los enormes beneficios de los acuerdos comunitarios.
En estos momentos impera un atorón entre los británicos negociadores y los contrapartes de Bruselas, subyace una indefinición de posturas, hay muchas aristas en el limbo.
Al respecto Guy Verhofstadt, coordinador del Parlamento Europeo, remarca que si bien desde el 22 de septiembre pasado la ministra May abrió la puerta en lo relacionado con el papel del Tribunal Europeo de Justicia, en otros asuntos torales, hay un estancamiento absoluto.
“Seguimos esperando contestación a cuestiones clave, como la posibilidad de mantener a Irlanda del Norte en la unión aduanera, y la importancia de evitar el restablecimiento de la frontera con la República de Irlanda. Respecto a los derechos de los ciudadanos y el acuerdo financiero, queremos respuestas concretas a las propuestas hechas por los negociadores europeos”, subraya Verhofstadt.
El político belga afirma que en el seno de la Unión están especialmente preocupados por la afectación en la gente: “Nosotros proponemos que los ciudadanos comunitarios conserven los mismos derechos que disfrutan ahora en Reino Unido, y nosotros haremos lo mismo con los ciudadanos británicos que viven en la UE. Me pregunto por qué seguimos discutiendo sobre ello. Este punto podría y debería solucionarse de inmediato”.
A COLACIÓN
El tema migratorio es lava candente. Antonio Tajani, presidente del Parlamento, recuerda que la protección de los derechos de los ciudadanos es la absoluta prioridad. No pueden quedar en el limbo los derechos de que disfrutan actualmente los 4.5 millones de ciudadanos de la UE y el Reino Unido,
Sin avances claros y sólidos en los términos de la separación, los equipos negociadores de la UE y Reino Unido no han logrado progresos suficientes en las áreas clave, condición necesaria para comenzar las discusiones sobre la futura relación bilateral.
Toda esa estática, el laborista Corbyn la quiere capitalizar para sí mismo y le está metiendo presión al acelerador en un momento en que además sigue creciendo el descontento del británico medio.
Y también está del otro lado Boris Johnson, titular de la cartera de Exteriores, el controvertido correligionario partidista de la primera ministra May, que ve cada vez más cercana la posibilidad de quedarse al frente del liderazgo de los conservadores.
Directora de Conexión Hispanoamérica, economista experta en periodismo económico y escritora de temas internacionales