Lejanas están aquellas miradas soberbias y altivas que la pareja Javier Duarte-Karime Macías repartían cuando gobernaban Veracruz. Casos como el del ex gobernador «en desgracia», quiérase o no, robustecen la teoría de que las canas dirigen «menos peor» que las nuevas generaciones, o bueno, quizá son la misma cosa.
Los veracruzanos observan a Javier Duarte como el peor gobernador que han tenido. Simple y llanamente, desatendió todos los niveles de progreso en el estado. A pocos meses de tomar protesta, le brotaron las actitudes sobradas, crecidas, «javierduartistas», en pocas palabras.
Veracruz celebró la captura de Javier como si los Tiburones Rojos hubieran salvado, una vez más, el descenso de categoría. La gente lanzaba vítores en los restaurantes más tradiciones a lo largo y ancho del estado. Habían agarrado al más deseado de los pillos; a ese mismo que de no haber existido, quizá Miguel Ángel Yunes tampoco fuera gobernador.
Dudo que cuando menos un integrante de cada familia no haya presenciado la «pasión» de Duarte, en cadena internacional, del penal de Matamoros, en Guatemala, a la Torre de Tribunales, donde después de «cacharlo» (para cerciorarse que no trajera contrabando, como delincuente de poca «catego») fuera vilipendiado por los propios «Maras Salvatruchas».
Sin embargo, sin justificar al gran ladrón, en buena medida, Javier Duarte no habría tomado varías decisiones sin Karime Macías. La de Coatzacoalcos nunca fue una Primera Dama de molde cotidiano, en ningún momento, por su propia forma de ser, el DIF Estatal le «llenó el ojo».
En Veracruz es de dominio popular que la familia Macías Tubilla siempre le exigió a Duarte, sin opción a negarse, una buena rebanada del pastel presupuestario. Nunca se vio a algún Macías o Tubilla abajo de una Dirección General, o bien, para intentar tapar un poco el nepotismo, eran asignados directamente a la Primera Dama o al Gobernador, con fastuosas oficinas y sin horario que cubrir. El apellido les bastaba y sobraba para sentirse intocables.
La justicia para Veracruz no llegó con la captura de Duarte ni la habrá cuando le condenen. En gran medida se espera la recuperación de los recursos robados; aquellos que debieron irse a escuelas, hospitales, puentes, caminos y programas contra la pobreza. Ese dinero lo tienen bajo el colchón más de una veintena de beneficiados por el cordobés; la menor parte de ellos hoy tras las rejas, la mayoría, escondidos.
Karime Macías y Javier Duarte, o viceversa; ambos, a ojos de los veracruzanos, merecen ser castigados y no disfrutar del dinero que se llevaron. Mientras la ex Primera Dama siga «perdonada» a pesar de lo mucho revelado en sus diarios personales, donde decretaba «merecer abundancia», Veracruz se seguirá sintiendo timado. No olvidemos que con Chespirito, tan ladrón era el Botija como la Chimoltrufia.
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