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La economía mexicana resiste los cien primeros días de Trump

Publicado por
Aletia Molina

México se aleja del peor escenario. La «película de terror» que el gobernador del banco central mexicano, Agustín Carstens, proyectaba poco después de las elecciones estadounidenses suena hoy lejana. El vendaval Trump no ha desaparecido del horizonte y la situación económica dista mucho de ser la mejor, pero el cambio de tono de los funcionarios de Washington –no tanto el del presidente, que ha vuelto a amenazar con salirse del TLCAN— y el moderado impacto de la incertidumbre sobre las principales variables macroeconómicas auguran un futuro menos oscuro de lo que se preveía.

El reguero de degradación de pronósticos de crecimiento se ha frenado; la economía mexicana ha seguido expandiéndose en los primeros compases de 2017, según las primeras estimaciones; las expectativas de inflación, aunque elevadas, se han atemperado con el alza en los tipos de interés; la tasa de desempleo, informalidad al margen, está en mínimos de nueve años; las finanzas públicas, a pesar a de la presión, resisten mejor de lo previsto; y el sector automotriz, la industria mexicana por excelencia y una de las más amenazadas por las invectivas de Trump, ha registrado su mejor inicio de año desde 2011. Incluso el consumo, cuyo retroceso lleva meses vaticinándose, aguanta el tipo.

«Las perspectivas han mejorado considerablemente en los dos últimos meses», apuntan los analistas de BBVA-Research en un reciente informe sobre la situación de la economía mexicana. «Parece que el tono más conciliador empleado por la Administración Trump durante los últimos dos meses con respecto al TLCAN y México ha aumentado la probabilidad de que la economía mexicana obtenga resultados positivos. En general, la situación parece ser menos preocupante y los mercados han tomado nota». La evolución principal marcapasos del país norteamericano, el tipo de cambio, apunta en la misma dirección: tras casi medio año instalado en una montaña rusa, un dólar vale hoy 18,5 pesos, un nivel similar al de antes de las elecciones estadounidenses. Después de un tramo final de 2016 para olvidar, el rally ha convertido a la moneda mexicana en la más fuerte del mundo en lo que va de año.

Valeria Moy, profesora de Economía del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y directora de México, ¿cómo vamos?, niega la mayor. «En realidad, lo que ha ocurrido es que no ha habido huracán Trump: por eso las cosas están más tranquilas. No es tanto que hayamos sido muy buenos frenando sus consecuencias», apunta. «Las perspectivas eran terribles porque Donald Trump había trazado un escenario de ruptura del TLCAN que ahora no se ve tan cercano». En pocos meses, la credibilidad de la Administración estadounidense se ha deteriorado a pasos agigantados: los jueces han bloqueado su polémico decreto migratorio, el Congreso ha dicho no a su reforma sanitaria y, en materia económica, se han multiplicado las voces que alertan de las consecuencias de su agenda proteccionista sobre la primera economía mundial. Además, las figuras moderadas del Gobierno, como el jefe del Consejo Económico Nacional, Gary Cohn, han ganado peso en detrimento del ala más radical. «El discurso está cambiando, no tanto por voluntad propia de Trump sino por la presión que importantes sectores empresariales están ejerciendo sobre los congresistas republicanos», añade Moy.

Martín Castellano, subdirector del Departamento de América Latina del Instituto Internacional de Finanzas (IIF), sí le otorga una mayor importancia a la capacidad de reacción mexicana. «El banco central se ha movido rápido interviniendo en el mercado de cambios, subiendo los tipos de interés para anclar la inflación y ampliando el conjunto de instrumentos de intervención disponibles», subraya por correo electrónico.

Sin embargo, con una figura tan imprevisible como Trump al frente de su principal socio comercial, nadie en México puede dar por acabada la partida de ajedrez que disputan ambos países desde el pasado 8 de noviembre. Las últimas declaraciones, este mismo martes, del presidente estadounidense —»vamos a hacer grandes cambios o vamos a librarnos del TLCAN de una vez por todas; no podemos seguir así, créanme»— contradicen los recientes posicionamientos públicos de los principales responsables económicos de su Ejecutivo. Y reavivan los fantasmas. “Los riesgos continúan presentes”, recuerda Castellano, del IIF. «Y esto tiene un impacto en la confianza y hace que muchos inversores se mantengan expectantes».

Con el flanco fiscal más controlado —ahí también se imponen las noticias moderadamente positivas, con el empujón del remanente del Banco de México y el Gobierno rozando el primer superávit primario en casi una década—, y aunque las agencias de calificación siguen al acecho, todos los esfuerzos de las autoridades se centran ahora en mantener la inflación en niveles asumibles y sobre todo, evitar a toda costa la citada huida de inversores. «Van a ser dos años muy complicados para la inversión extranjera directa, entre la incertidumbre del TLCAN, el posible impuesto fronterizo y las elecciones de 2018», coincide Valeria Moy. El cambio de ánimo es evidente, «pero México debería ir pensando en cómo reaccionar en el futuro; sobre todo si el impuesto fronterizo sale adelante», concluye la profesora del ITAM.

Fuente: El País

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Aletia Molina

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