Sufre el PRD dolores de Padierna en el Senado por culpa del traidor Miguel Barbosa. ¡Zaz!
Así lo restriega la dirigencia partidista maiceada por Los Chuchos, dándose baños de pureza. La propuesta del senador poblano para que el PRD apoye la candidatura presidencial de Andrés Manuel López Obrador, provocó caries en las muelas de Alejandra Barrales y su banda.
Para los dominantes, que se dan baños de pureza, la propuesta del ex coordinador de la bancada perredista en el Senado es imperdonable, indecente, inmoral, desleal, ambiciosa, oportunista y codiciosa; ¿exactamente igual de perversa que la propuesta perredista de postular a Juan Zepeda al gobierno del Estado de México?…
El analista Leo Zuckermann cuestiona: ¿Cómo es que el incomodo Barbosa, y varios más, chaquetean buscando refugio con el cacique redentor quien no se ha cansado en insultar y pregonar que con esos” ni a la esquina?
Refugio, refugio, Barbosa no quiere, y para volar a otro nido de víboras menos.
Mientras hay gritos y sombrerazos por ocupar la coordinación senatorial, el plantón que le dieron a Barrales para desconocer a Raúl Morón y apoyar a Dolores Padierna, dejándola solas como la una, y la acusación de dados cargados en la designación del candidato perredista al Estado de México, la crisis perredista hierve.
La debacle del PRD tiene origen tan profundo y lejano como la fundación del partido mismo. Lo que algún día fue la firme representación de la izquierda mexicana, hoy desfonda sin remedio.
El problema del PRD es que contrario a lo que algún día nos quisieron vender, carece de doctrina, principios y sustento ideológico. Quizá en un principio, sus padres fundadores intentaron imprimirle una visión y una misión guiadas por los valores de la igualdad social, la justicia, la libertad y la democracia. Ahora la verdad es otra.
Las tribus perredistas, agrupadas en una especie de muégano político, expertas en clientelismo político, no saben con que se come eso de la ideología, lo que sí saben es comer del erario público.
Después de Cuauhtémoc Cárdenas y Andrés Manuel López Obrador, el PRD no ha sido un partido serio. Ambos caudillos fueron el pegamento que cohesionó a la turba disímbola ante la posibilidad de conquistar la Presidencia de la República, lo cual estuvo a punto de ocurrir en 2006.
Hoy, sin caudillos ni principios claros, el perredismo se ahoga en la miseria; ha perdido una parte considerable de su electorado, que siguió a López Obrador a Morena. Antes, había perdido también a varios dirigentes históricos, no necesariamente se alineados con El Peje. Ahora hay desbandada de senadores, quizás mañana será éxodo de diputados y más militantes.
El futuro del PRD pinta de la patada. La ausencia de un líder condena a las tribus a echar mano del instinto pragmático. Alejandra Barrales no descarta que el partido amarillo pudiera apoyar la candidatura presidencial de AMLO “siempre y cuando la decisión sea tomada por la mayoría”. El Peje, que había guardado silencio frente a la debacle del PRD y el escándalo Barbosa, lanza una provocación a Barrales: “pues ya den el paso y dejen de estar ayudándole a la mafia del poder”.
La analista María Amparo Casar opina: “de atender el llamado de AMLO, el PRD podría disolverse y unirse a Morena o asegurar su sobrevivencia en una posición de subordinación absoluta en el que tendría que aceptar que el partido tiene dueño. La pregunta es si al PRD alguien le puede ofrecer un mejor arreglo”.
EL MONJE AMARILLENTO: La mata, mata, y sigue dando y dando. Alejandra Barrales solo alargó la agonía perredista mexiquense; no logró evitar el fatídico final de un proceso destinado al fracaso. La selección del candidato amarillo al gobierno del Estado de México terminó como inició, con pleito fratricida y fractura anunciada. Del Sol Azteca, por allá, y por acá, ni un rayito de esperanza.