Con un 2-0 sobre Chiapas, Cruz Azul volvió al triunfo en el Clausura 2017, algo que no lograba desde la Jornada 1 cuando se impuso a Necaxa también en casa.
Fue un minuto y dos tiros lo que necesitaron los celestes para quitarse sus males que lo aquejaban hasta el momento, el de falta de victorias y pésima puntería.
Antes de las anotaciones, obras de Ángel Mena y Joao Rojas, el cuadro cementero estaba dando un concierto de fallas, las más sobresalientes de Martín Cauteruccio, entre ellas un gol anulado por fuera de lugar, y Gabriel Peñalba, éste último que erró un penal y parecía sentenciar otro encuentro sin ganar para La Máquina.
Fue justo en su momento más crítico, al 61′, tras la pena máxima desperdiciada, que Mena apareció para calmar el ambiente en el Estadio Azul con un tiro de larga distancia que se incrustó en el ángulo más lejano de Moisés Muñoz.
Ni el técnico Paco Jémez se pudo aguantar el festejo, tantos fallos de sus pupilos lo tenían más que nervioso y desesperado en su zona técnica, estados de ánimo que se extinguieron del todo con el segundo tanto.
No pasó ni un minuto del 1-0 cuando en un contragolpe celeste Rojas tomó el balón en la banda derecha y lo que pareció un centro terminó siendo un remate al arco, uno que se metió de nueva cuenta al ángulo opuesto de Muñoz.
El segundo gol volvió locos a los aficionados al grado de aparecer el clásico «¡Olé!» a cada pase del equipo y olvidar los abucheos sobre Peñalba, ganados tras errar el penal.
El «negrito en el arroz» fue la expulsión de Rojas al 85′ por doble amarilla, circunstancia que sirvió para que los seguidores le diera una ovación al volante en su camino al vestidor.
Oxígeno puro obtuvieron Cruz Azul y Jémez, par que ya tiene tres puntos más, ya nueve en Liga, que valen doble al ganárselos a un rival de la zona baja en la Tabla de Cocientes.
La prueba que sigue es el duelo de Octavos de Copa ante León el miércoles, juego para reafirmar este triunfo que inspira un despertar y no dejarlo en algo pasajero.
Fuente: Reforma