Al nuevo presidente de Estados Unidos hay que creerle… por intenso, imprudente y vehemente.
A 48 horas de la toma de posesión, nuestra única certeza es que Trump cumplirá sus amenazas.
“Un narcisista, egocéntrico, megalómano en toda su dimensión, no miente; está convencido de que el único camino es el suyo, porque no le importan los otros, ni lo otro, nada detiene su obsesión”, nos comenta el psiquiatra, académico y político, Juan Ramón de la Fuente.
El ex rector de la UNAM, dice además que apostar a la persuasión, a la simpatía, al acercamiento personal para hacerlo cambiar de opinión, es por lo menos ingenuo. “Frente a un autócrata, de personalidad trastornada, impulsivo, impredecible y peligroso, no se puede actuar mediante esfuerzos personales y aislados”.
La inminente embestida del psicopático mandamás del gran imperio, debe contrarrestarse con una acción de Estado, concertada. La sola voluntad del gobierno –devaluado– no basta. Es necesaria una gran convocatoria nacional a la élite de las ideas: legisladores, partidos, empresarios, académicos, colectivos sociales, trabajadores y mexicanos radicados en Estados Unidos para plantear una estrategia de fondo, ante la era de incertidumbre que pronostica tormenta.
Quien opine que Trump en el poder bajará el volumen a sus arrebatos, se equivoca.
Así, la realidad juega en nuestra contra. El miedo a Trump ha paralizado potenciales inyecciones de dinero. Basten como ejemplos el acoso y extorsión a empresas con intereses en México, lo cual deja claro que la pesadilla es una realidad.Carrier, Ford, Fiat-Chrysler y ahora General Motors –y contando–, han doblado las manos ante la amenaza de impuestos draconianos si insisten en mantener parte de su planta productiva en tierra mexicana.
Analistas financieros han reducido el pronóstico de inversión extranjera directa a 25 mil millones de dólares para 2017, 8 mil millones menos al estimado original.
En diciembre pasado, el empresario Carlos Slim –el único mexicano que se ha entrevistado con el presidente electo de Estados Unidos– le planteó la necesidad de un muro. ¿Cómo construirlo? Apoyando la generación de fuentes de trabajo suficientes y adecuadas, para que los mexicanos de acá no migren a allá; ese sería el mejor muro, le dijo Slim a Trump.
El cierre de fronteras a una buena cantidad de exportaciones y el freno a proyectos productivos procedentes del exterior obligan a fortalecer el mercado interno. Para competir afuera, primero debemos poner orden en la casa.
El pequeño gran detalle es saber si en este preciso momento existen los liderazgos confiables para encabezar un esfuerzo de ese tamaño.
Con el ánimo social encendido, la popularidad presidencial por los suelos, la clase política despreciada como nunca, la cúpula empresarial dividida y desconfiada, en el preámbulo de la lucha electoral por el 2018, lograr la anhelada unidad se antoja una utopía.
La solución práctica deambula entre la magia y un milagro. Peor, imposible.
EL MONJE ENCUESTADOR: Donald Trump será el presidente más impopular de la historia. Según encuestas de CNN y ABC-The Washington Post, sólo 40% de los estadunidenses aprueba quien pasado mañana jurará sobre dos biblias –la suya y la de Lincoln–, frente al Capitolio, helado. Lejos queda Trump del 67 por ciento de William Clinton… y a años luz del 84% logrado por Barack Obama. Trump enfurece; acusa manipulación. ¿Si no es monedita de oro, será un dolor de muelas?