Por Heriberto Galindo Quiñones
Hizo bien el Presidente Enrique Peña Nieto de cancelar su visita a Washington, D.C. a entrevistarse con el Presidente de los Estados Unidos de América, Donald Trump.
Si no había buenas condiciones y posibilidades reales de lograr algo en bien de las y los mexicanos, producto de la entrevista que se iba a llevar a cabo el martes próximo, no había razones para realizar el viaje, en situaciones las más delicadas de los últimos decenios.
Estuvo muy bien el presidente en su mensaje a la nación, en el que fijó una posición muy clara y contundente en defensa de México. Hubo firmeza, valor y patriotismo en sus palabras en defensa de la dignidad de las y los mexicanos y de la soberanía del país.
La actitud del presidente estadounidense no es cordial ni amistosa hacia México y, con ellas, el magnate empresarial hoy investido de presidente de EEUU, da la impresión de padecer de una lamentable y peligrosa inestabilidad emocional carente de toda lógica y buen razonamiento, e impregnada de una belicosidad que es inadmisible para un pueblo amante de la paz, como es el nuestro.
-Lo peor es que con su conducta Trump está afectando a su propio país, y me atreví a pensar que son de pronóstico reservado las reacciones que podrán tener el Senado y el Congreso de Estados Unidos-.
Así lo demostró Donald Trump a lo largo de su campaña proselitista, como presidente electo y ahora como flamante dirigente de la nación más poderosa de la tierra, pues no ha cejado en sus ofensas y agresiones, no solamente verbales, sino en términos de decisiones gubernamentales, que afectan a nuestros paisanos que viven en territorio estadounidense, lo mismo que a nuestra economía, en términos de inversiones, empleo y comercio, más lo relativo al nefasto muro fronterizo, que es el máximo símbolo inamistoso que lastima a nuestro país en la calidad de buen vecino; lo peor fueron sus actitudes ante la presencia de una misión negociadora, de buena voluntad, como la que envió nuestro país, y que encabezaron los secretarios de Relaciones Exteriores y de Economía, Luis Videgaray e Ildefonso Guajardo como preámbulo a la visita del presidente Enrique Peña Nieto.
Quizá desde la invasión punitiva que el ejército estadounidense realizó, con acuerdo pero bajo presión, para capturar, infructuosamente, al general Francisco Villa, o más recientemente cuando en presidente Adolfo López Mateos declaró en Guaymas, Sonora, que su gobierno era de extrema izquierda, las relaciones bilaterales habían estado en situación de tanta alerta y estrés. En los tiempos del lopezmateismo también se dio la honrosa negativa mexicana a expulsar a Cuba del seno de la OEA, como era el deseo del imperio, y nuestro país fue el único que no se prestó al juego expulsador, lo cual generó molestia de parte del gobierno del país vecino. Desde entonces, las relaciones bilaterales siendo difíciles, no habían tenido la situación de dificultad pública como hoy se manifiesta. De allí que sea menester aguzar el ingenio, ser dignos y valerosos, pero muy inteligentes, creativos, firmes, enérgicos, contundentes, prácticos y propositivos, para ver cómo salimos de este embrollo diplomatico, político, económico y social en el que nos ha metido la beligerancia, la ignorancia, la necedad y la sinrazón del señor Trump.
A las contradicciones más elementales de sus disparates económicos y financieros, que pretende sustentar como políticas públicas, ha añadido la ocurrencia de un muro fronterizo que evidencia su cerrazón, pues para vigilar la frontera bien podría usar las tecnologías más avanzadas y baratas que incluyen drones y aviones no tripulados, lo cual permitiría ahorrar miles de millones de dólares y se evitaría un enfrentamiento y una conflagración política por enfrentamientos entre dos países que son socios y que habían sido amigos, a pesar de las infames acciones invasoras y de robo de lo que hemos sido objeto a lo largo de la historia, como botón de muestra tenemos los pésimos recuerdos de cuando nos arrebataron más de la mitad de nuestro territorio nacional.
Así están las cosas y debemos diseñar, urgentemente una estrategia eficaz, basada en la unidad nacional, que rebase todo interés partidista, con valor, dignidad y transparencia.
Es la hora de la cohesión y de la unidad, de la apertura, para que las avenidas de la democracia mexicana se ensanchen en defensa del interés nacional.
Debemos respaldar al Presidente de la República, y él debe apoyarse en la sociedad. Qué bien que su buen juicio y atinado razonamiento coincide con el de la mayoría plural del pueblo de México que se manifestó en favor de actitudes dignas y de la cancelación del viaje, para evitar ofensas mayores. Además, la actitud soberbia y grosera de Donald Trump de esta mañana en las redes sociales, no nos dejaba otro camino.