La rama cruje por el peso del agravio nacional. Esta noche mexicana no está para alegrías ni alaridos patrios. Este 15 de septiembre nos alcanza entre depresión, encono, impotencia y frustración, que pintan de bulto el “mal humor social”.
Llenaremos plazas para vitorear a los héroes que nos dieron patria, para conmemorar la gloria de una historia plagada de sombras. Muchos celebrarán para olvidar el siniestro presente al calor de fiesta, tequila y canciones; que a la noche mexicana se le vaya la mano, ¡sí señor!, aunque mañana carguemos la peor de las crudas.
Otros, marcharán por calles y callejones, paseara la indignación por Paseo de la Reforma para protestar contra el supremo gobierno y exigir la renuncia del señor Presidente. No importa si se trata una ocurrencia que sirva de algo para exigir la salida del “mandamás”, lo importante para los marchantes será dejar huella del hartazgo ante el colapso del poder en turno.
Las malas noticias también cuentan y cuentan mucho cuando fluyen en torrente; la caída vertiginosa de los últimos dos años sepultó ilusiones y esperanzas sustentadas en las reformas estructurales y el Pacto por México que mostraba al Presidente como un estadista capaz de convocar voluntades de largo plazo; tenemos memoria para recordar que Peña Nieto arrancó justo donde sus antecesores fracasaron.
Pero esta noche triste, por costumbre, Peña grita y por pudor se va.
El punto de quiebre marcado sin duda por la noche trágica de Iguala mostró a un gigante de reflejos torpes, incapaz de reaccionar a la realidad lacerante. Los escándalos inmobiliarios, las matazones de Tlatlaya y Tanhuato, la rebelión de la CNTE, la economía borrascosa, pero sobre todo la impunidad devenida en corrupción, son demasiado para un país que parecía estar acostumbrado a lo malo y ahora sobrevive ante lo peor, con dolor insoportable.
Con los niveles de popularidad de bajada y los reclamos de subida, el Jefe del Ejecutivo está obligado a salir de la nube que lo enceguece y olvidar la soberbia del poder que marea.
Pero no todo lo malo es problema presidencial. Enrique Peña Nieto carga cadáveres que no son suyos; algunos gobiernos estatales son sicarios del crimen organizado, por corruptos por rateros, ineptos y negligentes.
Este 15 de septiembre la noche mexicana es triste; suenan alarmas para quien no esté sordo y de veras quiera escuchar.
EL MONJE GERIATRA: Cena de negros habrá entre los padres constituyentes de la CDMX. Lo mismo Mancera que Peña, PAN, PRI y Morena grillan desde el minuto cero; mandan a la arena a los leones más viejos para arrebatarse el hueso a tarascadas; se busca un decano. ¿Vale más la venerable gerontocracia que la cola larga del dinosaurio? Por si las dudas, el PRI manda a Augusto Gómez Villanueva, Morena a Bernardo Bátiz, PRD a Ifigenia Martínez, Mancera al señor don Porfirio… ¿Concilio de ancianos más sabios que el diablo o de plano otra danza de unos cuantos viejitos?