Gabriel Casillas
Ya se logró llegar al objetivo de inflación del Banco de México de 3 por ciento. Si bien la inflación anual llegó recientemente a su nivel mínimo histórico (o al menos desde 1969 que se calcula la inflación a nivel nacional) a 2.13 por ciento (al cierre de 2015), diferentes métricas estadísticas hablan de consolidación del objetivo de 3 por ciento en el mediano plazo. No sólo ya no hablamos del 117 por ciento de inflación anual en abril de 1983, del 180 por ciento de febrero de 1988, ni del 52 por ciento de diciembre de 1995. Bueno, ni siquiera hablamos de inflaciones de dos dígitos que las buenas políticas macroeconómicas (apertura comercial, política monetaria responsable, finanzas públicas sanas, tipo de cambio flexible y bancos bien capitalizados) lograron erradicar desde abril del año 2000. Asimismo, a partir de principios de 2001 la inflación “se estacionó” alrededor de 4 por ciento (Chiquiar, Noriega y Ramos Francia, 2010) y ahora todo parece indicar que fluctuará alrededor de 3 por ciento, el objetivo de largo plazo del Banco de México.
El objetivo prioritario del Banco de México es “…procurar la estabilidad del poder adquisitivo de dicha moneda…”, de acuerdo a la página inicial del sitio de Internet de Banxico. Operativamente, el objetivo prioritario de nuestro Instituto Central es mantener la inflación en 3 por ciento con un intervalo de +/-1 punto porcentual. Entonces, si nos encontramos inclusive por debajo del objetivo y no se aprecian presiones inflacionarias de lado de la demanda ¿Por qué la Junta de Gobierno del Banco de México ha elevado la tasa de referencia en 100 puntos base (1 punto porcentual) este año? Máxime que en los pronósticos de inflación que ha publicado nuestro Instituto Central en sus Informes Trimestrales recientes –en las gráficas de abanico-, en ningún momento se ha apreciado que exista un riesgo significativo de que la inflación se separe del objetivo del Banco de México ni en 2016 ni en 2017. Asimismo, tampoco se ha observado que se “desanclen” las expectativas de inflación de mediano y largo plazo ni en las encuestas de los analistas, ni en las tasas de inflación implícitas en los Udibonos.
Las dos alzas de tasas en este año han ocurrido en momentos de estrés del tipo de cambio. Tanto la totalmente inesperada alza de 50 puntos base del 7 de febrero pasado –menos de dos semanas después de una reunión programada donde se dejó la tasa sin cambio y no se percibió sesgo restrictivo en el tono del comunicado-, como la ligeramente más anticipada alza del 30 de junio –una semana después del referéndum sobre el Brexit-, se llevaron a cabo en condiciones similares (o inclusive más cómodas que en la actualidad) con respecto a la inflación y a las expectativas inflacionarias. No obstante lo anterior, en ambas decisiones el tipo de cambio peso-dólar había observado una depreciación muy significativa y en un periodo de tiempo muy corto. ¿Qué podemos esperar hacia delante?
La próxima publicación de la decisión de política monetaria del Banco de México está programada para llevarse a cabo el próximo 29 de septiembre. Tres aspectos que me gustaría subrayar de esta reunión: (1) Proceso electoral presidencial en EU. La reunión de Banxico del 29 de septiembre se va a llevar a cabo tres días después del primer debate presidencial en EU, en donde juzgando por la actuación de los dos candidatos en los debates que se efectuaron durante las elecciones primarias de sus respectivos partidos, no veo cómo el candidato Republicano, Donald Trump, no salga fortalecido. Asimismo, esta reunión será la última reunión programada de política monetaria antes de la elección presidencial de EU el 8 de noviembre. Algunos miembros de la Junta de Gobierno han comentado que podrían actuar entre reuniones (i.e. intra-meeting) –aunque de facto sé que esto no gusta mucho en Banxico-, pero también han comentado que prefieren ser preventivos. Si bien como he comentado con anterioridad, considero que es muy probable que Hillary Clinton gane la elección (“¿Por qué NO va a ganar Trump?”, 17 de mayo), también considero que de aquí al 8 de noviembre el proceso electoral nos mantendrá “al filo de nuestros asientos” y al tipo de cambio peso-dólar también; (2) Fed. considero que es muy probable que el Banco de la Reserva Federal de EU (Fed) decida aumentar su tasa de referencia 25 puntos base en su reunión de diciembre. Si bien los mercados actualmente sólo le asignan una probabilidad de alrededor de 60 por ciento de ocurrencia, de acuerdo a los precios de los futuros de Fed Funds a esa fecha, considero que es muy probable que conforme nos acerquemos a diciembre, la probabilidad aumentará significativamente y esto también observa una correlación negativa con el peso mexicano; y (3) precios del petróleo. Considero que en menos de tres semanas sabremos que la decisión de la Organización de Países Productores de Petróleo (OPEP) sobre la posible “congelación” de cuotas de producción será negativa. No congelarán cuotas y eso provocará una disminución del precio del petróleo hacia niveles de 40 dólares por barril (en términos de West Texas Intermediate) o inclusive ligeramente por debajo de ese nivel, lo que también ha hecho reaccionar negativamente al peso vs. el dólar de EU. Es por esto que considero que la Junta de Gobierno del Banco de México decidirá de manera preventiva y en medio de estrés importante en el mercado cambiario, elevar la tasa de referencia en otros 50 puntos base en su reunión de septiembre.
Referencia
Chiquiar, D.; E. Noriega y M. Ramos Francia. “A Time Series Approach to Test a Change in Inflation Persistence: The Mexican Experience,”, Applied Economics, 2010, Vol. 42, pp. 3067-3075.
*El autor es Director General Adjunto de Análisis Económico y Relación con Inversionistas de Grupo Financiero Banorte.
Twitter: @G_Casillas