La conservación del entorno y la lucha contra el cambio climático se han convertido para las empresas farmacéuticas en un verdadero activo estratégico. La razón es sencilla: su actividad industrial depende en gran medida de los recursos naturales y los servicios ecosistémicos. Se juegan mucho.
“El sector farmacéutico es un sector avanzado en materia ambiental porque se trata de una industria tremendamente innovadora y uno de los sectores que más invierte en I+D en el mundo, algo que les sitúa a la vanguardia en materia de responsabilidad social, pero también y sobre todo en lo referente a la protección del entorno”, considera Jaime Silos, director de Desarrollo Corporativo de Forética.
En su opinión, a nivel interno, este sector “tiene una alta dependencia de un capital humano de alto valor añadido, además de exigentes estándares de producción, control y escrutinio por parte de los reguladores sanitarios de todo el mundo y unos procesos robustos y enormemente fiables que crean un caldo de cultivo ideal para el desarrollo de políticas sociales y ambientales muy avanzadas”.
En este sentido, “la industria farmacéutica parte con ventaja con respecto a muchas otras industrias”, señala este experto a Compromiso Empresarial.
La preservación del medio ambiente se convierte de esta forma en “clave” para este sector, puesto que desarrolla una importante actividad industrial que depende de los recursos naturales y de servicios ecosistémicos: el acceso a agua dulce, la energía, o la aportación de la biodiversidad como fuente de investigación en biomedicina “son claros ejemplos de ello”, explica Silos, que considera que esta es la razón por la que la contribución al bienestar de la sociedad pero sobre todo la protección del entorno natural son, para el sector farmacéutico, “un activo estratégico”.
En su opinión, más allá de la dimensión filantrópica, quizá la más conocida de los laboratorios, hay muchos otros elementos que ponen al sector farmacéutico a la vanguardia de la sostenibilidad, como “la seguridad industrial, la gestión del capital humano, el esfuerzo investigador, y también, por supuesto, el compromiso en la lucha contra el cambio climático o el impacto que este tiene en la salud”.
Por ello, este sector es, en opinión del responsable de Forética, “uno de los más avanzados en cuanto a gestión ambiental”, debido a que gran parte de él forma parte de la industria química, que ya de por sí “tiene un alto nivel de exigencia y madurez en materia ambiental”, además de estar sujeta a unas normas e inspecciones internacionales “muy estrictas en relación a la producción de medicamentos”.
“Prevenir la contaminación de un producto farmacéutico requiere de unos estándares de control de la producción verdaderamente estrictos, lo que tiene como consecuencia un alto nivel de eficiencia a lo largo del proceso productivo y una reducción de la huella de carbono y del uso de agua muy importantes”, remarca Silos.
En noviembre de 2015, FENIN, la Federación Española de Empresas de Tecnología Sanitaria –que representa a más de quinientas empresas fabricantes y distribuidoras en España y más del 80% del volumen total de negocio–, presentó una guía para favorecer la responsabilidad medioambiental en el sector de la tecnología sanitaria con el objetivo de ayudar a las compañías a valorar las implicaciones ambientales relacionadas con el desarrollo de sus actividades productivas.
La Guía de Responsabilidad Medioambiental del Sector de Tecnología Sanitaria busca fomentar en este sector “la labor de protección del entorno, la prevención y reducción de las emisiones, efluentes y residuos ambientalmente nocivos así como la utilización eficaz y ahorrativa de las materias primas y la energía”, recordaban desde FENIN durante su presentación.
El documento, desarrollado por la consultora G-advisory y adaptada al marco legislativo actual sobre Responsabilidad Medioambiental, tiene como objetivo “servir de pauta para que las empresas puedan realizar un análisis del riesgo ambiental particularizado para su instalación, seleccionando los sucesos iniciadores y escenarios accidentales que les apliquen, y estableciendo su probabilidad y sus consecuencias conforme a protocolos o modelos predefinidos”.
Este trabajo permitirá obtener el riesgo ambiental de la instalación, la valoración de las consecuencias a nivel de coste económico y de reparación del daño ambiental, y una estimación de la garantía financiera que se debe satisfacer en el marco de la ley.
Fuente: Compromisoempresarial