La designación de Alejandra Barrales como presidenta del PRD no es cambio cosmético. El arribo de la sindicalista a la dirigencia nacional del partido amarillo, con el corazón bien puesto del lado izquierdo –diría un cursi– no solo es para completar los mandatos truncos de Carlos Navarrete y Agustín Basave. También quiere decir que a pesar de las contingencias ambientales, Miguel Ángel Mancera no está muerto.
La concurrencia de tribus y corrientes –algunas demasiado– parece haber dado un respiro a la pendencia interna y logrado por fin un acuerdo: entregar el cascarón del huevo a una militante de méritos tangibles.
Si bien Barrales se apunta en automático a la candidatura a la Jefatura de Gobierno de la CDMX, y perfila a su “mentor” hacia la futura contienda presidencial, no será esa la tarea difícil. Más complejo será implantar el principio de unidad desdibujada por pugnas internas, sin descontar el éxodo lopezobradorista.
Alejandra Barrales no se cansa de repetir que su llegada significará la oportunidad de escuchar todas las voces, buscar unidad y recuperar el papel del PRD como verdadera oposición. Esa es su hoja de ruta.
Aunque el legendario Pablo Gómez despotrique y acuse manos ajenas detrás de Alejandra (en obvia referencia a Mancera) la senadora con licencia, ex secretaria de Educación de la CDMX, está convencida de que la situación del país es insostenible y el PRD debe ser el primero en alzar la voz; recuperar el papel de oposición con capacidad de incidir para que la política tome otro rumbo para recuperar la confianza de la gente.
Pero, ¿sirve de algo a los ciudadanos un partido sin viabilidad administrativa?
Quizá la unidad política garantice triunfos para enfrentar a Morena, pero las victorias no ofrecen nada si no existen recursos suficientes para respaldar su obra. Por eso, la tarea inmediata, inaplazable, de Alejandra Barrales es sanear las finanzas para que el gasto alcance de aquí a diciembre. Mientras sólo haya deberes sin haberes de poco servirá la democracia en tierra de tribus caníbales al acecho de cualquier provecho.
Barrales requiere construir una opción electoral renovadora más allá del clientelismo simplón; la hora de la dádiva populista, de la compra anticipada de votos es insuficiente, y menos conveniente.
EL MONJE CALCULADOR: En el zoológico perredista, rugen de hambre las fieras. Un partido pobre es un pobre partido, y en el caso del PRD, re-partido. ¿La ex lideresa del sindicato de sobrecargos tendrá que vender su avioneta?