A un mes del quíntuple asesinato de la Narvarte, huele a podrido; moscas vuelan sobre la cabeza del Procurador del DF Rodolfo Ríos Garza; flotan filtraciones y contradicciones.
Ahora resulta que el misterioso “viene viene” señalado como el asesino por Daniel Pacheco Gutiérrez –el primer detenido– es un ex policía torturador. Se llama Abraham Torres Tranquilino; sostenía una relación amorosa con la colombiana Mile Virginia Martin –Nicole– y habría sido quien persuadió a sus dos cómplices de visitar el departamento 401 de Luz Saviñón 1909.
La detención de Torres Tranquilino será clave. A él pertenece la pistola 9 milímetros –como las de la policía– utilizada para perpetrar el asesinato del fotorreportero Rubén Espinosa, la activista Nadia Vera, la maquillista Yesenia Quiroz, la trabajadora doméstica, Alejandra Negrete, y la colombiana; fue quien huyó de la escena del crimen a bordo del Mustang rojo.
Cierto, la investigación avanza pero el Procurador capitalino anda con pies de plomo; no podrá cantar victoria hasta detener a Omar “N” el tercer hombre vinculado al crimen.
En la Procuraduría del DF las paredes oyen… y hablan; Ríos Garza desconfía de todo y de todos; filtraciones perversas buscan dinamitar el caso.
Al enemigo en “casa” súmese la presión mediática del gobernador veracruzano Javier Duarte de Ochoa quien ha sido linchado en redes sociales –incluso por columnistas e intelectuales– por perseguir a comunicadores y activistas incómodos como Rubén Espinosa y Nadia Vera. Durante el régimen de Duarte, doce informadores han sido asesinados.
Al enterarse de la captura de Torres Tranquilino, el gober jarocho intenta lavar culpas y contestar agravios.
“El avance de las investigaciones sobre un suceso lamentable, triste y aberrante, ha mostrado que se hizo un juicio a priori de mi persona (…) Poco a poco los hechos van esclareciéndose y va saliendo la verdad. (…) “Por más legítimas, justas y transparentes que parecieran las banderas que algunos enarbolan; cuando no se tiene la razón, simplemente no se tiene”.
Aun cuando sea verdad, el manifiesto de Duarte no borra la negra reputación de su gobierno, ni las muertes de doce informadores que han convertido a Veracruz el estado, sin duda el más letal para el ejercicio periodístico. La tunda contra mandatario no es gratuita.
EL MONJE LOCO: Aunque el gobernador de Veracruz diga que tiene la conciencia rechinando de limpia, tras el pavoroso caso de Narvarte sigue escondida la verdad sospechosa.