En su tercer mensaje la nación, el Presidente de la República tiene la oportunidad de mandar una señal de honradez; reconocer errores no sería signo de debilidad –eso es ridículo– sino gran oportunidad para mostrar liderazgo y certeza cuando el país padece febril desnutrición económica, aguda desigualdad, dolorosa adversidad, endémica corrupción, flagrante impunidad y –sobre todo– lacerante inseguridad.
La energía para “mover a México” ha disminuido peligrosamente no sólo en contra de los deseos presidenciales sino en perjuicio de la conveniencia colectiva.
Casi todos tenemos muy claro el diagnóstico de la situación, pero de nada sirve si Peña no se empeña en acciones contundentes para recuperar la confianza perdida de los ciudadanos reflejada en las encuestas.
A estas alturas del sexenio resulta peor una fábrica de mexicanos escépticos que una fábrica de mexicanos pobres.
Al Presidente de la República debería preocuparle la certeza tanto o más que la depreciación del peso, la caída del ingreso petrolero, el torpe crecimiento de la economía o la rebelión de los maestros.
Si el Presidente de la República pretende gobernar una nación civilizada ha de convocar a la concordia nacional por encima de la inmediatez convenenciera, y comprometerse a actuar en defensa del primer derecho civil de los ciudadanos: la garantía de la seguridad. No ceder a la decisión de ser duro con los duros, privilegiando el respeto a los Derechos Humanos de las víctimas.
La seguridad es esencial para gobernar una nación civilizada. El país no puede cambiar, moverse y crecer si hay inseguridad, si la gente está obligada a encerrarse tras muros y rejas cediendo a la delincuencia los espacios públicos. Peña Nieto debe convocarnos a vencer el miedo –con el respaldo del aparato público– para limpiar a México de criminales; lo que cueste saldrá barato.
El Presidente no ha de permitir que las críticas definan su agenda, tampoco hacer promesas que no pueda cumplir; debe ofrecernos menos de lo que puede dar. No basta privilegiar obras y acciones tangibles para vender la idea de que la forma es fondo cuando lo importante debe quedar por encima de lo urgente.
EL MONJE LOCO: El apretón de cinturón será severo con el presupuesto “base cero”; el recorte rondará los 300 mil millones de pesos –2 puntos del PIB–… y será “bajo cero” para la cuarta parte de la burocracia que cobra por honorarios; cerca de un millón tendrá que irse a la calle. En adelante, todo exceso será mucho… y no exagero.